En el tratamiento de quemaduras graves o lesiones traumáticas, la regeneración de piel funcional sigue siendo uno de los grandes desafíos de la medicina. Hasta ahora, la solución más común ha sido el autoinjerto de epidermis, es decir, trasladar una fina capa de piel sana de una parte del cuerpo a otra. Aunque este método puede salvar vidas, deja cicatrices visibles y no consigue restaurar todas las funciones biológicas de la piel original.
La razón es sencilla: estos injertos solo reemplazan la epidermis, la capa externa de la piel. Sin embargo, la dermis, situada justo debajo, contiene vasos sanguíneos, terminaciones nerviosas, colágeno y otros componentes fundamentales para que la piel «respire» y se comunique con el resto del cuerpo. Sin esta estructura, lo que se logra es un recubrimiento, no una regeneración. Continúa leyendo «Una nueva piel con vasos sanguíneos: el salto de la bioimpresión 3D hacia la medicina regenerativa»
