Si alguna vez has acariciado un tiburón, habrás notado que su piel es suave si la tocas de la cabeza a la cola, pero áspera en la dirección contraria. Esto se debe a unas pequeñas estructuras llamadas dentículos dérmicos, que no solo protegen a los tiburones, sino que también les permiten nadar de manera más eficiente al reducir la resistencia al agua. Recientemente, un grupo de investigadores en Japón ha estudiado estas estructuras con la esperanza de aplicar sus principios a la reducción de la resistencia en aviones y barcos.
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