La promesa de la inteligencia artificial en la salud ha llegado cargada de expectativas. En muchas clínicas de Estados Unidos, ya se utilizan herramientas de IA para transcribir conversaciones, sugerir diagnósticos e incluso ofrecer códigos de facturación. Este tipo de sistemas se integran en tiempo real durante la consulta, funcionando como asistentes digitales que capturan lo que dice el paciente y lo transforman en un resumen clínico aparentemente ordenado y preciso.
Sin embargo, lo que estos modelos no pueden detectar es la inflexión en la voz cuando alguien habla con miedo, la pausa antes de mencionar un recuerdo doloroso o la mirada que evita el contacto por vergüenza. Cuando los médicos confían en que la tecnología está «escuchando» por ellos, el riego de desconexión emocional es real. Lo no dicho, lo gestual y lo implícito quedan fuera del registro, y eso implica una pérdida considerable de información clínica y humana. Continúa leyendo «La inteligencia artificial en la medicina: entre el alivio y el riesgo de perder el alma del cuidado»