Al alcanzar temperaturas por debajo de su punto de congelación, los ánodos de las baterías de iones de litio se vuelven lentos, retienen menos carga y consumen energía rápidamente. Esto afecta a una gran cantidad de dispositivos, pues aparatos como nuestros teléfonos móviles, ordenadores y en un plano mayor, los coches eléctricos, utilizan este medio como fuente de energía.
Un equipo de investigadores diseñó una alternativa al modelo tradicional de estas baterías, adaptándolas para resistir de mejor forma el frío extremo.