La búsqueda de robots biohíbridos, aquellos que combinan tecnología con músculos vivos, ha sido un reto constante en la ingeniería. Uno de los principales problemas ha sido la limitación en los movimientos: la mayoría de los músculos artificiales sólo pueden moverse en una dirección, lo que restringe su funcionalidad. Sin embargo, un grupo de investigadores del MIT ha logrado una innovación clave en este campo al desarrollar un sistema que permite a estos músculos contraerse en múltiples direcciones, imitando el comportamiento del iris del ojo humano.
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