La llegada de los deepfakes generó reacciones divididas: por un lado, se manifestó un positivo asombro por la notable calidad de vídeos e imágenes falsas que se pueden generar; mientras que por otra parte, despertó también una preocupación por su potencial de uso en fraudes y otras prácticas de cuestionable ética.
Este fenómeno planteó un nuevo desafío para las investigaciones del área, principalmente en aquellas enfocadas en temas de seguridad. Bajo esta línea, un proyecto reciente planteó un método para robustecer los mecanismos de detección basados en IA que se utilizan para identificar imágenes o vídeos falsos.