Durante años, la inteligencia artificial ha sido señalada como una tecnología con un gran coste ecológico. La imagen de centros de datos devorando electricidad como si fueran aspiradoras gigantes ha alimentado el temor a que el crecimiento de la IA signifique un retroceso en los objetivos climáticos. Sin embargo, una reciente investigación conjunta entre la Universidad de Waterloo y el Instituto Tecnológico de Georgia presenta datos que ponen en duda esa narrativa.
El estudio cruzó información del sistema económico de Estados Unidos con estimaciones sobre la adopción de IA en distintos sectores industriales. Al hacerlo, se pudo modelar cómo se verá afectado el consumo energético si la presencia de la IA sigue expandiéndose al ritmo actual. Los resultados son sorprendentemente moderados.
Aunque el uso de energía por parte de la IA en Estados Unidos puede parecer elevado —equivalente al consumo total de un país como Islandia—, el impacto sobre el conjunto de emisiones globales es insignificante en términos estadísticos. Esto no significa que no haya efectos, pero sí sugiere que el miedo a una catástrofe climática provocada por servidores de IA está, al menos por ahora, fuera de proporción. Continúa leyendo «Un nuevo enfoque sobre la inteligencia artificial y su impacto ambiental»