Un brazo robótico puede cambiarle la vida a cualquier persona que lo necesite, sólo por el hecho de rehabilitar una extremidad perdida.
Llevando la experiencia a un nivel superior, conocimos en 2016 la historia de Nathan Copeland, como parte de la pionera iniciativa de implementar un brazo robótico controlado a través de un implante cerebral, que además recupera la capacidad del tacto en quien lo porte.