Las redes sociales están en guerra con los gobiernos de varios países. La privacidad suele ser el pilar de la polémica, de hecho cada semana nos encontramos con noticias relacionadas con cómo se tratan los datos de nuestras aplicaciones, y los tribunales comienzan a estar ya acostumbrados a recibir casos de este tipo.
En Rusia, por ejemplo, vemos como un tribunal ruso ha multado a Google y Facebook por no eliminar el contenido que allí se considera ilegal, un segundo paso después de haber penalizado a Twitter por no eliminar contenido prohibido. Son movimientos realizados para, según sus propias palabras, reforzar lo que llama su «soberanía» de Internet.
Facebook recibió una multa de 300.000 euros, y Google de menos de 100.000 euros. Son cantidades ridículas para estas empresas, pero suficientes para mostrar su posición ante los ciudadanos rusos. Ambas empresas fueron culpables de delitos administrativos.
Lo que querían eliminar eran publicaciones que alentaban a los menores a unirse a las protestas no autorizadas en enero, cuando hubieron protestas relacionadas con la detención de Alexei Navalny.
Rusia advirtió el lunes que incluso podrían ralentizar el tráfico de Google en el país si no eliminaba el contenido prohibido, un paso que podría acabar transformando a Rusia en la nueva China en este sentido.
Por otro lado Whatsapp enfrenta problemas en India, pero esta vez en sentido contrario. Aquí es WhatsApp quien está demandando al gobierno indio por nuevas regulaciones en India que podrían permitir a las autoridades hacer que los mensajes privados de las personas sean «rastreables» y realizar una vigilancia masiva.
India es el principal mercado de Whatsapp, y fue allí donde presentó la demanda en el Tribunal Superior de Delhi, donde dijo que el requisito de «rastreabilidad» presentado en febrero de este año violaba el derecho constitucional de los ciudadanos a la privacidad.
Actualmente los mensajes privados de Whatsapp, entre cuentas individuales, están cifrados de extremo a extremo, y no hacerlo sería un abuso en cualquier país, ya que el gobierno podría espiar millones de conversaciones por minuto constantemente.