La inteligencia artificial entra en el terreno de las matemáticas puras

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En los últimos años, la inteligencia artificial ha dejado de ser una herramienta auxiliar para convertirse en protagonista dentro de campos como la medicina, la ingeniería o el arte. Pero ahora está penetrando en un terreno que hasta hace poco parecía impenetrable para las máquinas: las matemáticas puras. Aquella disciplina donde la creatividad humana, la intuición y la demostración rigurosa reinaban sin rival. Sin embargo, los recientes avances muestran que los algoritmos también pueden desempeñar un papel fundamental aquí.

De la intuición humana a los patrones algorítmicos

Tradicionalmente, los matemáticos abordan problemas abstractos que requieren tanto conocimiento profundo como una dosis de inspiración. Resolver una conjetura puede tomar a una persona décadas de trabajo solitario, explorando caminos a menudo llenos de callejones sin salida. Sin embargo, la IA se aproxima desde otro ángulo: encuentra patrones, explora posibilidades masivamente y propone conjeturas con base en datos y código.

Una de las iniciativas más conocidas en este campo proviene de Google DeepMind, que ha desarrollado sistemas capaces de colaborar con matemáticos humanos para descubrir nuevas relaciones en teorías complejas, como la topología o la geometría algebraica. En vez de reemplazar al experto, el objetivo es complementarlo, como un copiloto matemático incansable.

Casos concretos: la IA ya está resolviendo problemas reales

Uno de los logros recientes que ha llamado la atención es la aplicación de redes neuronales a problemas de teoría de números, una de las ramas más abstractas de las matemáticas. Estas redes han sido entrenadas para detectar regularidades invisibles a simple vista en enormes conjuntos de datos matemáticos. En algunos casos, han formulado conjeturas que luego los matemáticos han verificado como válidas.

Un ejemplo interesante lo ofrece el trabajo conjunto entre investigadores de la Universidad de Oxford y sistemas de IA, que llevaron a la formulación de una nueva conjetura en geometría, apoyada en patrones encontrados por el algoritmo. Este tipo de colaboración representa una nueva metodología: en lugar de probar un resultado conocido, la IA propone algo completamente nuevo.

La IA como generadora de intuiciones

Lejos de ser una amenaza para la creatividad humana, estos sistemas están ayudando a generar nuevas intuiciones matemáticas. Por ejemplo, al analizar millones de ejemplos, pueden sugerir posibles conexiones entre objetos que nunca se habían relacionado. En cierto modo, funcionan como una linterna en una habitación oscura, iluminando caminos que antes no se veían.

Esto tiene un valor especial en campos donde los espacios de posibilidad son tan enormes que un humano simplemente no puede explorarlos todos. La IA, al no fatigarse ni tener sesgos emocionales, puede mantenerse objetiva y exhaustiva en la búsqueda de soluciones.

Límites actuales y retos por superar

A pesar de estos avances, no todo está resuelto. La IA aún no puede reemplazar la capacidad humana de demostración formal, que es la piedra angular del pensamiento matemático. Un algoritmo puede sugerir una conjetura, pero todavía necesita que un matemático humano la valide con una prueba rigurosa.

Además, el riesgo de alucinaciones algorítmicas (cuando una IA genera resultados falsos con apariencia de verdad) sigue presente. En matemáticas, un pequeño error puede invalidar completamente un resultado, por lo que la precisión es fundamental.

Otro desafío es la interpretabilidad: muchas veces los modelos de IA llegan a conclusiones sin que ni siquiera sus creadores puedan explicar con claridad cómo. Esto choca frontalmente con la transparencia y el razonamiento paso a paso que exige la matemática formal.

Colaboración, no competencia

Lo más interesante de este nuevo panorama no es pensar en una IA que sustituya al matemático, sino en una sinergia entre ambos. Tal como un arquitecto se apoya en software para modelar estructuras complejas, los matemáticos podrán servirse de herramientas inteligentes para expandir los límites de lo que pueden explorar.

Kit Yates, profesor de biología matemática en la Universidad de Bath, reflexiona sobre esto en un artículo para Live Science. Sostiene que la IA está comenzando a ocupar un lugar similar al del lápiz o el ordenador en el pasado: no piensa por nosotros, pero nos permite pensar de formas nuevas.

Este enfoque colaborativo podría ser la clave para abordar los problemas más complejos que quedan en pie, como la hipótesis de Riemann o la conjetura de Hodge, que han desafiado a generaciones de expertos.

Una nueva era para las matemáticas

Estamos presenciando el nacimiento de una nueva forma de hacer matemáticas, en la que la inteligencia artificial se convierte en una especie de colega digital, capaz de explorar territorios inabarcables y aportar nuevas perspectivas. Aunque quedan muchos retos por delante, la posibilidad de que las máquinas contribuyan de manera significativa a la ciencia más abstracta es, sin duda, un cambio de paradigma.