Google ha dado un paso audaz hacia el futuro energético al comprometerse a comprar 200 megavatios de energía de fusión nuclear, una tecnología que, hasta la fecha, no ha sido implementada comercialmente. La empresa firmó un acuerdo con Commonwealth Fusion Systems (CFS), una startup con sede en Massachusetts que planea construir una planta de fusión operativa para la década de 2030.
Este movimiento no solo revela la magnitud del apetito energético de Google, impulsado por el crecimiento imparable de la inteligencia artificial, sino también su interés por liderar el cambio hacia fuentes de energía limpia y sostenibles.
¿Por qué la fusión nuclear interesa tanto?
La fusión nuclear es, en teoría, el santo grial de la energía: una fuente prácticamente inagotable, sin emisiones de carbono y con muy pocos residuos radiactivos. A diferencia de la fusión (la que usan actualmente las plantas nucleares), que divide átomos pesados, la fusión une átomos ligeros, como el hidrógeno, para liberar una enorme cantidad de energía, similar a lo que ocurre en el interior del Sol.
El problema es que controlar esta reacción de forma segura y sostenida en la Tierra ha sido un desafío técnico colosal durante décadas. Sin embargo, los avances recientes, junto con inversiones multimillonarias de gigantes tecnológicos, están acelerando el desarrollo.
El consumo eléctrico de Google se dispara
En su último informe de sostenibilidad, Google reveló que sus centros de datos consumieron 30,8 millones de megavatios-hora en 2024, el doble de lo que utilizaban hace apenas cuatro años. Este aumento está estrechamente ligado al auge de la inteligencia artificial generativa y el procesamiento masivo de datos.
Actualmente, los centros de datos representan el 96% de toda la energía que consume Google, lo que ilustra hasta qué punto su infraestructura digital depende de fuentes de energía confiables y constantes.
Qué incluye el acuerdo con CFS
Google ha contratado 200 megavatios de potencia a futuro, lo que equivale aproximadamente al consumo de 200.000 hogares estadounidenses. Aunque esa energía todavía no existe, el acuerdo servirá para financiar la construcción de dos instalaciones clave:
- SPARC, una planta de demostración que usará tecnología tokamak para comprobar la viabilidad del sistema.
- ARC, una planta comercial de fusión planeada en Virginia.
El diseño tokamak utiliza potentes campos magnéticos para confinar el plasma dentro de una cámara con forma de rosquilla, con el objetivo de mantener la reacción de fusión activa el tiempo suficiente para generar energía.
Una señal al mercado energético
Para Google, esta inversión no es solo una apuesta tecnológica, sino también un mensaje claro a la industria energética. Michael Terrell, director de políticas climáticas y energéticas de la empresa, explicó que el objetivo es estimular la inversión privada en la fusión, ofreciendo un incentivo financiero a startups como CFS para que avancen más rápido.
Según Bob Mumgaard, CEO de CFS, este es el mayor acuerdo de compra futura de energía por fusión firmado hasta la fecha, lo que ayudará a completar el desarrollo de la tecnología y la construcción de las plantas necesarias.
La carrera nuclear de las tecnológicas
Google no está sola en este camino. Microsoft también ha invertido en Helion Energy, con el objetivo de recibir energía de fusión antes de 2028. La razón es clara: las grandes tecnológicas necesitan asegurar un suministro estable, limpio y escalable para sus centros de datos, y ven en la fusión una posible solución a largo plazo.
Aunque todavía no hay fechas definitivas para la producción de energía comercial por fusión, el apoyo financiero de empresas como Google podría ser el empujón que la industria necesita.
Lo que viene en los próximos años
Por ahora, el dinero servirá para que CFS complete SPARC y comience con ARC. Está por verse si los plazos se cumplirán, pero el interés de los gigantes tecnológicos podría marcar un antes y un después para una industria que, hasta hace poco, parecía ciencia ficción.
En términos energéticos, podríamos estar ante el equivalente a los primeros pasos de Internet en los años 90: inciertos, llenos de desafíos, pero con un potencial transformador enorme.
