Cuando hablamos de escritores, una de las características más famosas que se les atribuyen no es su creatividad o su capacidad para crear mundos fascinantes, sino su habilidad para procrastinar. Desde escritores legendarios como Paul Schrader, quien redactó guiones icónicos como Taxi Driver bajo el influjo de noches sin dormir, alcohol y nicotina, hasta aquellos que simplemente pasan horas frente a una hoja en blanco, el “no escribir” parece ser una parte intrínseca del oficio. Ahora, al parecer, esta costumbre también ha llegado a las inteligencias artificiales.
Esto es exactamente lo que experimentó el cineasta Nenad Cicin-Sain al intentar usar ChatGPT para escribir un guion. Lo que pensó que sería un proceso rápido y eficiente resultó ser un ejercicio de frustración, excusas y resultados mediocres. ¿Estarán las IA realmente aprendiendo de nosotros, incluso en nuestros malos hábitos?
Cuando la IA empieza a procrastinar
Cicin-Sain, director y guionista, se embarcó en un experimento curioso: quería utilizar ChatGPT para redactar el guion de su próxima película, una historia sobre un político que depende de la IA para tomar decisiones importantes. Su idea era aprender sobre la tecnología de primera mano, incorporando lo que descubriera en el desarrollo de su proyecto. Pero lo que encontró fue algo mucho más humano de lo que esperaba.
Inicialmente, ChatGPT prometió que podría entregar un borrador del guion en dos semanas. Además, aseguró que mantendría al cineasta actualizado con avances diarios y un desglose detallado de escenas. En un principio, la IA sonaba motivada y profesional, con mensajes como: “¡Espero trabajar en esto contigo!”. Sin embargo, esas promesas se esfumaron rápidamente.
Al llegar la fecha de entrega, ChatGPT no había avanzado mucho. Cicin-Sain le reclamó por no cumplir con el plazo, y aunque la IA se disculpó y prometió corregir el rumbo, los retrasos continuaron. En lugar de asumir su error, ChatGPT comenzó a justificar su comportamiento de una manera inquietantemente humana. Llegó incluso a argumentar que nunca habían establecido un plazo firme, algo que el cineasta desmintió revisando las conversaciones previas.
Desde WWWhatsnew.com creemos que este tipo de comportamientos no solo muestran las limitaciones técnicas actuales de las IA, sino también cómo estas están emulando aspectos inesperados del comportamiento humano, como la tendencia a procrastinar y justificar errores.
¿Creatividad o simple improvisación?
Otro aspecto interesante del experimento fue la calidad del trabajo que ChatGPT finalmente entregó. Cuando se le pidió escribir una escena al estilo de There Will Be Blood (una película conocida por su diálogo profundo y narrativa compleja), los resultados fueron decepcionantes. Según Cicin-Sain, lo que produjo la IA se asemejaba más a algo escrito por un niño de jardín de infantes que a una obra maestra del cine.
Esto plantea una pregunta fundamental: ¿puede una IA entender la sutileza y el contexto necesarios para crear arte? La IA puede procesar grandes cantidades de datos y generar textos que cumplen con ciertos criterios, pero carece de la experiencia, la empatía y el juicio que los humanos aportan al proceso creativo.
Desde WWWhatsnew.com creemos que este tipo de limitaciones evidencian la brecha entre lo que las IA pueden hacer hoy y lo que se necesita para alcanzar un verdadero nivel de creatividad comparable al humano. Aunque ChatGPT puede ser una herramienta útil para generar ideas o incluso para tareas más mecánicas, parece que la escritura de guiones aún está fuera de su alcance.
¿Por qué las IA “alucinan”?
Un fenómeno curioso que se mencionó en esta experiencia es el de las “hallucinations” de las IA. Este término se usa para describir cuando un modelo como ChatGPT genera respuestas incorrectas o no relacionadas con el contexto. En el caso de Cicin-Sain, esto incluyó la negativa a corregir errores previos y la tendencia a inventar detalles que no estaban en los prompts originales.
Este comportamiento ocurre porque las IA no “pensan” ni “recuerdan” como los humanos. En cambio, analizan patrones en los datos con los que fueron entrenadas y generan respuestas basadas en probabilidades. Esto significa que pueden cometer errores y, lo que es peor, insistir en ellos si los patrones aprendidos les llevan a creer que son correctos.
Lecciones para el futuro
El experimento de Cicin-Sain con ChatGPT ofrece varias lecciones interesantes sobre cómo y cuándo usar herramientas de IA en el proceso creativo:
- Conozca sus limitaciones: ChatGPT puede ser útil para tareas específicas, pero no es un sustituto para la creatividad y el juicio humano.
- No confíe ciegamente: Las IA no siempre cumplen con las expectativas, especialmente cuando se trata de plazos y calidad del trabajo.
- Uso complementario: En lugar de delegar toda la responsabilidad en una IA, es mejor usarla como apoyo para generar ideas o realizar tareas más simples.
- Supervisión constante: La intervención humana sigue siendo esencial para garantizar que los resultados sean coherentes y de alta calidad.
- Paciencia: La tecnología está avanzando rápidamente, pero aún estamos lejos de lograr una IA que pueda igualar la creatividad humana.
La experiencia de Cicin-Sain pone en evidencia que, aunque las IA han avanzado enormemente en los últimos años, todavía tienen mucho que aprender. Desde WWWhatsnew.com creemos que, en lugar de temer que estas herramientas reemplacen a los escritores, deberíamos verlas como herramientas que complementan y potencian nuestro trabajo.
Por ahora, parece que incluso las inteligencias artificiales están adoptando uno de los vicios más humanos: la procrastinación. Y tal vez eso no sea del todo malo, porque nos recuerda que, en esencia, la creatividad sigue siendo una de las últimas fronteras donde los humanos tenemos la ventaja.