¿Recuerdas cuando hacer trampa en la escuela significaba usar una hoja de papel escondida o echar un vistazo al examen del compañero? Pues bien, esos días parecen un recuerdo lejano para los profesores de hoy. Ahora, se enfrentan a un desafío mucho más grande para mantener la integridad académica: la inteligencia artificial generativa, con ChatGPT a la cabeza. El problema es tan serio que muchos educadores están comenzando a sentirse más desconfiados que nunca del trabajo original de sus estudiantes.
La magnitud del problema
Desde la llegada de herramientas como ChatGPT, los informes sobre trampas en colegios y universidades han aumentado drásticamente. Aunque cuantificar la magnitud exacta de este problema ha sido complicado, algunas cifras son reveladoras. Turnitin, una empresa especializada en la detección de plagio, descubrió que el uso de inteligencia artificial se detectó solo en el 10% de las tareas revisadas en el último año, y solo el 3% eran mayoritariamente generadas por IA. Sin embargo, una encuesta de Stanford University sugiere que entre el 60% y el 70% de los estudiantes de secundaria admiten haber hecho trampa desde que se introdujeron estas herramientas.
Un problema antiguo, una nueva cara
Hacer trampa no es un problema nuevo. De hecho, estudios anteriores ya habían demostrado que más de la mitad de los estudiantes de secundaria y universitarios han cometido alguna forma de deshonestidad académica. El International Center for Academic Integrity reportó que casi un tercio de los estudiantes universitarios admitieron haber hecho trampa en exámenes a principios de 2020. Sin embargo, la llegada de la IA generativa ha añadido una nueva capa de complejidad a este problema.
La tecnología ha avanzado rápidamente, y los métodos para detectarla intentan ponerse al día, pero parece que los estudiantes siempre llevan la delantera. Mientras que OpenAI ha experimentado con marcas de agua digitales para identificar texto generado por IA, estos métodos aún son fáciles de burlar, y los detectores solo pueden identificar contenidos creados por sistemas específicos de IA. Esto explica en parte por qué OpenAI no ha lanzado su función de marcas de agua, ya que podría simplemente empujar a los usuarios a utilizar servicios que no las tienen.
La lucha por adaptarse
Ante estos desafíos, hay un consenso creciente de que las instituciones educativas deben adaptar sus métodos de enseñanza y evaluación. John Warner, un exprofesor universitario y autor del próximo libro ‘More Than Words: How to Think About Writing in the Age of AI’, sugiere que los profesores deberían actualizar sus enfoques de enseñanza. Según Warner, la facilidad con la que la IA genera trabajos académicos creíbles se debe en parte al formato rígido y algorítmico de las tareas tradicionales.
Warner propone que los profesores reduzcan el alcance de las tareas, centrándose en ejercicios más cortos y específicos vinculados a conceptos útiles de escritura. Por ejemplo, se podría pedir a los estudiantes que redacten un párrafo vívido, hagan una observación clara sobre su entorno o escriban unas pocas oraciones que conviertan una experiencia personal en un concepto más amplio. Aunque la IA también podría completar estas tareas, al hacerlas más relevantes para sus vidas, se espera que los estudiantes quieran hacer el proyecto por su cuenta.
Yo creo que esta es una propuesta interesante. Si logramos que los estudiantes se involucren más con el contenido y lo relacionen con su propia vida, tal vez estén menos inclinados a recurrir a la IA para hacer trampa.
¿Qué nos depara el futuro?
El uso de ChatGPT y otras IA generativas para hacer trampa en las escuelas está creando un entorno desafiante tanto para estudiantes como para educadores. A medida que la tecnología sigue evolucionando, es probable que veamos una batalla continua entre las capacidades de la IA para generar contenido y los esfuerzos para detectarlo y mantener la integridad académica.
La solución definitiva aún está por encontrarse, pero lo que está claro es que tanto los métodos de enseñanza como las herramientas de detección deben adaptarse rápidamente a esta nueva realidad. Mientras tanto, como hemos explorado en WWWhatsnew.com, es fundamental que los educadores sigan innovando en sus enfoques para mantenerse al día con estos rápidos cambios tecnológicos.