La Inteligencia Artificial va usualmente de la mano con el adjetivo “sorprendente”, sin ser esta ocasión una excepción a la regla.
Tiempo atrás, comentábamos un -hoy célebre- generador de rostros artificiales, pero de apariencia real. Hoy, repetimos el ejercicio, pero en torno a una demostración realizada con una IA presentada por el New York Times.
A través del artículo Designed to Deceive: Do These People Look Real to You? (Diseñado para engañar: ¿luce real esta gente para ti?), el periódico neoyorkino presentó en su web una muestra interactiva de una tecnología similar a la de This Person Does Not Exist (el generador de rostros basado en la tecnología de Nvidia), la cual permite ajustar ciertos elementos clave, como la edad, la forma y tamaño de los ojos, la perspectiva, el ánimo expresado, género e incluso, rasgos étnicos.
La demostración se limita a ajustar únicamente los criterios señalados en las fotos proporcionadas. Más que ofrecer acceso al generador de imágenes propiamente tal, el artículo se centra principalmente en los aspectos técnicos de un sistema como este.
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Explicar en detalle cómo funciona una herramienta de estas características podría volverse complejo, a causa de toda la técnica involucrada en el proceso. Sin embargo, simplificando las cosas, se puede hacer un símil entre un rostro humano y una fórmula matemática, en la que cada elemento que compone una cara pasa a ser una variable. En base a eso y enmarcándose en una serie de reglas predefinidas, la Inteligencia Artificial involucrada se encarga de realizar la construcción en base a lo indicado.
Una tecnología en constante perfeccionamiento
Lo asombroso y a la vez preocupante, dado su potencial mal uso, es lo verosímil que resulta un rostro generado mediante una tecnología como esta. Aunque hay detalles que en ocasiones acusan como tal a una imagen generada artificialmente, hoy estos son casi imperceptibles, al menos ante un vistazo dado prestando un nivel normal de atención.
Este sistema nos seguirá dando sorpresas durante el próximo tiempo, haciendo cada vez más difícil, por lo menos en la web, distinguir si las personas que vemos en imágenes son reales o no. Esto se afirma en base al nivel de evolución de esta tecnología, que avanza a pasos agigantados. “Cuando apareció la tecnología por primera vez en 2014, era mala, se parecía a los Sims”, señaló al New York Times Camille François, una investigadora dedicada al análisis de la manipulación de información en las redes sociales. “Es un recordatorio de lo rápido que puede evolucionar la tecnología. La detección solo se volverá más difícil con el tiempo», agregó.
La falsificación de rostros ha sido objeto de un nuevo impulso gracias a toda la investigación que últimamente se ha generado en torno al procesamiento de datos biométricos, tecnología que entre otras cosas, está tras los sistemas de reconocimiento facial que se han comenzado a masificar durante los últimos años.
Cabe resaltar que, así como existen factores que encienden algunas alarmas en torno a esto, sobre todo en lo relativo a seguridad y fraudes, también hay un potencial positivo. Sólo por imaginar un ejemplo, en el futuro ciertas iniciativas audiovisuales, como la animación digital, podrían verse favorecidas por esto. En sí, una tecnología no habría de ser mala o peligrosa en esencia, pues aquello termina dependiendo de la intención con la que se termine usando.