En nuestras proyecciones para el 2020 comentamos el potencial que las criptomonedas tienen para irrumpir fuertemente en el mundo moderno. Bajo esa mirada, revisaremos la iniciativa estatal china tras el cripto yuan, su criptomoneda.
Andy Mukherjee, columnista de opinión de Bloomberg, compartió algunos datos alusivos a este proyecto, de los cuales presentamos los más destacados.
El cripto yuan, que tras cinco años de desarollo puede estar en oferta a partir de 2020, estará totalmente respaldado por el Banco Central de la que hoy es la segunda economía más grande del mundo, valiéndose de la capacidad del Estado chino para imponer impuestos a perpetuidad.
Actualmente, son pocos los detalles que se manejan respecto a esta criptomoneda. Se sabe que su token (unidad de valor) será una cadena de bloques privada, una red punto a punto para compartir información y validar transacciones, vinculada al Banco Popular de China, quien tendría el control de quién puede participar. La moneda se suministraría a través del sistema bancario y reemplazaría parte del efectivo físico. A pesar de tratarse de una transición radical, dada la amplia presencia de billeteras digitales chinas basadas en códigos QR como Alipay y WeChat Pay, su implementación tiene proyecciones de éxito.
Este nuevo agente en el panorama económico reconfiguraría el sistema que rige actualmente en China. Bajo el modelo tradicional, los prestamistas que toman depósitos mantienen las reservas en un Banco Central. Un yuan digital, o dólar de Singapur o rupia india, podría pasar por alto este sistema y permitir que cualquier tenedor de la moneda tenga un depósito en el Banco Central, lo que podría convertir al Estado en el proveedor monopolista de dinero para los clientes minoristas. La citada columna referencia las declaraciones de Agustin Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales, quien señaló que «si el Banco Central se convierte en el depositario de todos, también puede convertirse en el prestamista de todos».
¿Por qué querrían los Bancos Centrales degradar sus propios sistemas bancarios? Una interesante interrogante que Mukherjee también plantea en su publicación, la cual obtiene respuesta mirando los casos de Europa y Japón, países en los que las tasas de interés negativas lo están haciendo de todos modos. Los prestamistas no tienen ganancias porque, aunque el Banco Central les cobra por mantener dinero en depósito, no pueden transferir esas tasas de interés negativas a sus propios depositantes. Si la economía global se frena en un estancamiento a largo plazo, las monedas digitales oficiales, como la propuesta por China, serán al menos una forma eficiente de relajación monetaria sin involucrar a los bancos.
Servicios chinos ya trabajan recibiendo pagos mediante Alipay y WeChat. Foto bajo licencia CC-BY, por N509FZ
El artículo presenta también otra razón, más concreta, la cual plantea que puede ser que el progreso tecnológico está haciendo que el statu quo sea insostenible. No es coincidencia que China haya acelerado su criptomoneda nacional después de que Facebook Inc. anunció el proyecto Libra, que se promocionó como un dólar alternativo. A pesar de sonar como algo llamativo, Libra ha topado con un muro de preocupaciones regulatorias.
Los cambios no terminarán con arreglos bancarios y monetarios, según señala la columna publicada en Bloomberg. Las transacciones de tokens no cuentan con garantía de anonimato: si el Banco Central quiere ver quién está gastando dónde, puede hacerlo. El anonimato desaparece cuando el efectivo lo hace. Si bien, aunque en muchos casos puede facilitar la transparencia, dificultando la vida de los lavadores de dinero y los terroristas, también podría convertirse en una herramienta para castigar el activismo político, por ejemplo. Mientras tanto, la moneda como arma de política exterior pierde algo de fuerza.
Esta iniciativa nos da luces de que se viene una temporada con novedades en lo que a criptomonedas respecta. Con esto, el debate se centrará no sólo en la banca y el dinero, sino que también en sus implicancias con la privacidad y la política.
Puedes revisar la columna original (en inglés) en el sitio web de Bloomberg.