Redes sociales y despidos, la gestión de la reputación una lección por aprender

Publicado el


Si algo positivo ha salido al aire con la eclosión de las redes sociales y la incorporación de éstas a nuestros hábitos y costumbres, es la transparencia… La puesta en marcha del nuevo algoritmo Google no ha sido casual y tampoco puede analizarse desde una perspectiva exclusivamente tecnológica o circunscrita al ámbito de los negocios online.
La apuesta por la calidad y el compromiso que definen los parámetros sobre los que se guiará el robot, no es sino la constatación que transitamos hacia un ciclo más humano, donde los valores intrí­nsecos a las personas, son la consigna para lograr un nuevo comienzo y un nuevo orden social.

Extendiendo sus tentáculos a todos los usos y hábitos, las redes sociales encienden el debate en materia laboral.

Mientras son numerosos los focos que informan sobre una tendencia de apertura por parte de las marcas a las redes sociales atendiendo a criterios de aumento de la productividad e identificación de nuevos lí­deres, la toma de conciencia sobre lo vulnerable que puede llegar a ser una reputación online en un momento de libertad histórica, comienza a ser objeto de diálogo.

Si bien es cierto que los comentarios volcados en las redes sociales podrí­an eventualmente pasar desapercibidos al no ser más que meras constataciones de la realidad, dotadas con la subjetividad propia de los seres humanos, lo cierto es que es la conjunción acción ”“ reacción, es la que puede dar por finalizada la reputación de cualquier CEO.

El problema adicional con el que cuentan las reputaciones online en este ciclo de apertura y libertad es la concentración de la atención en una vibración que, no sólo no parece desaparecer nunca, sino que además concentra todas las miradas y provoca sólo por el hecho de haberse producido una huella que no suele pasar desapercibida.

En fechas pasadas, una trabajadora de un entidad bancaria en Italia, expresó en su red social la diferencia de suelo entre ella y su jefe, la reacción de éste fue inmediata y se produjo el despido fulminante de la trabajadora, este simple hecho… normal y repetitivo, ha derivado en una noticia de í­ndole internacional recogida por todos los diarios de Europa y la razón es simplemente, la repercusión que los social media tienen en el mundo empresarial.
Una de los primeros aspectos que llama la atención es la naturaleza viral de las redes sociales, entre miles de millones de opiniones, frases y contenidos, que se promocionan diariamente en las redes sociales, la opinión de una trabajadora llegó al entramado social de la empresa desatando los temores sobre la privacidad.

¿Cómo es posible que las empresas ejerzan un control tan férreo sobre las acciones sociales de sus empleados?

Adicionalmente, las empresas deben comenzar a tomar conciencia sobre la realidad tangible en el momento actual, más allá de la diferencia salarial ”“obvia y totalmente constante en todas las industrias y mercados, es la reacción de ésta la que genera un daño irreparable en la reputación asociada. Si, sin duda, el despido fulminante de la trabajadora es lo que supone un desgaste en la reputación y lo que obliga a dar todo tipo de explicaciones transformando cualquier situación circunscrita al ámbito de la empresa en un circo de í­ndole mediática que atrae, por la naturaleza del ser humano, la atención de todos los focos, otros empleados y lo que es peor, otras empresas con las que eventualmente se pudieran establecer alianzas y sinergias.

Una reputación destruida ”“ con o sin razón- es un í­tem de difí­cil recuperación, se requieren muchas acciones y un plazo de tiempo muy extendido para recuperar la reputación, acciones y plazo que, obviamente, irán en detrimento de la trayectoria de la empresa.

En el momento actual, es la prudencia la que debe imperar ya que finalmente, una reputación dañada no es unilateral, sea cual sea el resultado final de la disputa, tanto la reputación empresarial de la marca, como la asociada al trabajador, constatarán el bache con una cicatriz de por vida.
Estamos ante un cambio y si bien es inherente a la naturaleza humana verse inmerso en disputas y contiendas, es también una realidad que todas las apuestas, defensas y objetivos férreos, basados en la calidad y en la naturaleza social de éste nuevo orden social, tienen como objetivo conformar comunidades comprometidas en las que se mantengan y rescaten los sabios dichos populares “la ropa sucia siempre en casa” y los logros, éxitos y felicitaciones… en público.
Finalmente es esencial que tomemos conciencia que, de igual forma que la apertura del uso de los medios sociales en las empresas es una gran apuesta que puede derivar en un mayor entramado social en la que cada uno de los empleados ejerza con sus acciones su aporte a la consolidación del branding, el aumento de la productividad y la puesta en marcha de acciones tendentes a fidelizar personas con la marcas, es también una realidad que el camino para resolver disputas y contiendas no es, definitivamente, haciendo públicas las miserias internas de la marca a la que se pertenece.
Otros caminos y otros canales, están habilitados para ello y es esencial no olvidar que una reputación dañada siempre tiene enfrente otro actor interviniente… cuya reputación, no permanecerá intacta.
Más allá de las menciones, mensajes, seguidores, promociones, etc…. la reputación en las redes sociales es hoy más poderosa, cuanto menos se hable de ella. Discreción, compromiso y… mucho sentido común.
El lamentable espectáculo vivido en Italia no será el último pero, sirva como ejemplo para ser cada vez más, personas sociales, semánticas y comprometidas.