Cuando apareció ChatGPT, el mundo tuvo la sensación de que estaba presenciando un «nuevo nacimiento revolucionario», algo como lo que vivimos cuando nació Internet o cuando se presentó el primer smartphone.
En los primeros casos, yo tuve la ingenua idea de que el mundo mejoraría bastante con ello. En el año 2000 imaginé a la sociedad compartiendo conocimiento de una forma nunca antes vista, imaginé a una sociedad más formada, con opiniones más profundas sobre todo, con políticos más transparentes y con soluciones más eficaces para combatir los problemas que aparecen por el mundo. Cuando nació el móvil tuve una ilusión semejante, con personas leyendo e informándose sobre todo para poder crecer como sociedad, algo que en pocas ocasiones ocurre, ya que las redes sociales, en la mayoría de los casos, únicamente ofrecen entretenimiento para que las personas dejen de pensar en su realidad durante algunos minutos (u horas).
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