Durante muchos años, el autismo fue objeto de malentendidos, mitos y explicaciones simplistas. Pero la ciencia, como una linterna en la oscuridad, ha comenzado a iluminar los verdaderos factores que contribuyen a esta condición. Uno de los protagonistas silenciosos en esta historia es la genética, que hoy se reconoce como una de las piezas clave del complejo rompecabezas del espectro autista.