En septiembre de 2015, un descubrimiento sacudió los cimientos de la astrofísica moderna: el observatorio LIGO captó por primera vez ondas gravitacionales, una predicción formulada por Einstein en 1916 como parte de su teoría de la relatividad general. Diez años después, seguimos explorando este nuevo canal de observación del universo, como si hubiéramos aprendido a escuchar un tipo de música celestial que hasta entonces nos era completamente inaudible.
Estas ondas no se ven ni se oyen, pero pueden sentirse, al menos por instrumentos de extrema precisión. Son distorsiones en el tejido del espacio-tiempo, similares a las ondas que se forman en el agua cuando arrojamos una piedra, solo que estas se propagan por el universo a la velocidad de la luz y pueden atravesarlo todo sin detenerse. Continúa leyendo «Gravitational Waves: Detectando las huellas invisibles del universo»