Preguntar si la inteligencia artificial ha alcanzado ya el nivel de la humana puede parecer sencillo, pero la respuesta cambia dependiendo del momento en que se formule. Si uno viajara a 1995 con una versión actual de ChatGPT, por ejemplo, muchas personas de aquella época lo considerarían un milagro tecnológico, o incluso una muestra clara de inteligencia superior. Sin embargo, en 2025, esa misma herramienta se evalúa con un criterio mucho más exigente. La razón es simple: cada vez que la inteligencia artificial supera un hito, desplazamos el listón de lo que entendemos por «inteligencia humana».
Esto revela una verdad incómoda: la inteligencia no es una definición estática, sino una construcción social e histórica que se ajusta al contexto y a nuestras expectativas. Lo que una vez consideramos práctica exclusiva del intelecto humano, como jugar al ajedrez, traducir idiomas o escribir textos coherentes, hoy lo delegamos sin sorpresa a una máquina. Al igual que en una carrera donde la meta se aleja cada vez que nos acercamos, nuestras expectativas se adaptan al progreso. Continúa leyendo «Cuando la inteligencia artificial parece humana, cambiamos la definición de inteligencia»