A medida que la inteligencia artificial sigue expandiéndose y creciendo en importancia, también aumentan las preocupaciones sobre sus impactos ambientales. Entre ellos, se destaca el consumo desproporcionado de agua dulce para enfriar los servidores que alojan la IA en centros de datos del tamaño de un almacén. Esta demanda creciente de procesamiento informático está generando una presión adicional sobre los recursos hídricos y plantea un problema ambiental importante.
Otro aspecto preocupante del impacto ambiental de la IA es la contaminación del aire generada por las centrales eléctricas de carbón que abastecen gran parte de la electricidad necesaria para alimentar estos servidores. Las emisiones nocivas de estas centrales, incluyendo partículas y óxidos de nitrógeno, pueden tener efectos negativos en la salud humana, como irritación pulmonar, riesgos de cáncer, enfermedades cardíacas y una disminución en la esperanza de vida.
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