En 2021 vimos como Mark, dueño de Facebook, cambio de nombre la empresa para que no se confunda la red social con la compañía dueña de muchos otros proyectos. Meta es Instagram, es Whatsapp, es Facebook, es Oculus… es mucho, y entre ese «mucho» estaba incluido un metaverso, una realidad virtual donde se podrían vivir experiencias innovadoras.
Mucho dinero, muchos ingenieros y poco tiempo después, Nick Clegg, presidente de Asuntos Globales de Meta, dice que no es exactamente cierto, que Meta no quiere construir su propio metaverso.
Lo comenta con detalle en un inmenso artículo en medium, una lectura de 8.000 palabras que puede resumirse en: «no queremos construir un mundo virtual donde todos entrarán con sus proyectos, queremos ayudar a tener un metaverso abierto donde no haya un responsable por los cimientos».
Clegg lamenta la Internet fracturada que el mundo está viendo hoy, lamenta que exista android y iOS, Windows y Mac… lamenta que no haya más compatibilidad entre lo que exista, y que los desarrolladores tengan que trabajar en diferentes frentes para llegar a todo el mundo. Es por eso que quiere que el metaverso sea un espacio más abierto e interoperable, construido no por uno o dos gigantes tecnológicos, sino por una combinación de iniciativas públicas y privadas.
Es un cambio de rumbo, ya que Clegg también ha pedido a los reguladores que inviertan pronto en la determinación de las reglas de estos espacios, no quiere que sea Meta quien defina algo así, transformándose en el monopolista del metaverso del futuro.
El caso es que ya se han gastado muchos millones de dólares en el metaverso en un trimestre de 2021, por lo que sorprende que haya un cambio a estas horas. Seguramente se han dado cuenta que es necesario mucho más que bonitas apps de VR para conquistar el mundo, ni Meta consigue hacer todo el trabajo a base de cheque.