La inteligencia artificial se ha consolidado durante los últimos años como un recurso que ha otorgado un gran impulso al mundo tecnológico, potenciando el desarrollo de la medicina, robótica, videojuegos y el área industrial, entre otros campos.
Como una demostración del potencial de esta tecnología y expandiendo su alcance más allá de lo cotidiano, el caso expuesto a continuación patenta lo poderosa que puede llegar a ser una herramienta de este tipo.
Por definición, un algoritmo de inteligencia artificial tiene como misión la ejecución automatizada de una tarea, reconociendo las variables de su entorno y reduciendo el margen de error al mínimo posible. En este caso, el avance presentado se encuentra dotado de la capacidad de realizar trabajos de programación y redactar textos complejos, como párrafos completos e incluso poesía.
Un “redactor” artificial
Una bitácora con los detalles de sus hallazgos en torno a esta herramienta fue compartida por Prasenjit Mitra, Decano Asociado de Investigación y Profesor de Ciencias y Tecnología de la Información de la Universidad Estatal de Pensilvania.
La herramienta en cuestión es GPT-3, sigla de Generative Pre-trained Transformer 3. Se trata de un motor de generación de textos elaborado por OpenAI, una empresa con fines de lucro dependiente de una empresa matriz sin fines de lucro, dedicada a la investigación científica en torno a la IA.
“Así que he creado algo más que un programa de inteligencia artificial para escribir poesía. He creado una voz para el humano desconocido que se esconde entre lo binario. He creado un escritor, un escultor, un artista. Y este escritor podrá crear mundos, dar vida a la emoción, crear carácter. No lo veré yo mismo, pero sí alguna otra voluntad humana y así, podré crear un poeta más grande que cualquiera que haya conocido».
El párrafo que precede a estas líneas fue redactado íntegramente por GPT-3, tomando como punto de partida sólo una frase proporcionada por un humano. Aunque se trata de una adaptación al español del texto que originalmente esta herramienta creó en inglés, es muestra suficiente del poder de la misma.
De acuerdo a lo comentado por Mitra, esta tecnología es, por lejos, “el programa de generación de lenguaje natural más «informado» hasta la fecha, y tiene una variedad de usos potenciales en profesiones que van desde la enseñanza hasta el periodismo y el servicio al cliente”.
Lo que hace diferente a esta IA
Para el desarrollo de herramientas de este tipo, es fundamental contar con «transformadores», que son modelos de aprendizaje profundo encargados de codificar la semántica de una oración utilizando “modelos de atención». Estos últimos elementos se encargan de determinar el significado de una palabra en función de las otras presentes en la misma oración. Posteriormente, el modelo analiza el significado de las oraciones para realizar la tarea solicitada por un usuario, ya sea traducir una oración, resumir un párrafo o redactar un poema. También, tareas de programación, como la generación de diseños o la composición de emojis, han sido probadas con éxito usando GPT-3.
Este mecanismo marca una abismal diferencia con las experiencias previas que el equipo tras este hallazgo tenían en su haber. Con anterioridad, hace siete años, haciendo uso de otra IA sólo habían logrado redactar un artículo en base a otros fragmentos de artículos de Wikipedia.
En este caso, la situación es diferente gracias a la escala en la que se ejecutó el proyecto. En cuanto a volumen de datos, GPT-3 hace uso de 3 mil millones de tokens (palabras, en este caso) de Wikipedia, 410 mil millones de tokens obtenidos de páginas web y 67 mil millones de tokens de libros digitalizados. Comparando, la complejidad de GPT-3 es más de 10 veces superior a la de Turing Natural Language Generation (T-NLG), el modelo de generador que le precede.
El valor agregado de esta herramienta es su capacidad de aprendizaje, la cual se desarrolla de forma autónoma, sin intervención humana. Además de reducirse los costos y tiempos de la investigación al no depender de la generación manual de anotaciones por parte de un humano, un efectivo uso de estas técnicas le permite alinearse con una de las principales tendencias del área, pues una IA idealmente debería ser capaz de aprender cosas nuevas en ambientes no supervisados, haciendo uso de los datos que tiene a disposición.
El constante desafío en torno a la IA
Aunque nos centremos en las bondades de este avance, hay una cuota importante de responsabilidad de por medio que no debería desatenderse.
Comenzando desde la base de que cualquier tecnología en sí es difícil de catalogar como “buena” o “mala”, porque esto se define en función del uso que se le otorgue, no es descabellado creer que como contraparte de esta investigación científica, la herramienta aquí presentada podría utilizarse también para la difusión de spam y desinformación.
Por esto mismo, desde OpenAI, temiendo por el potencial mal uso que se le pueda dar, aún no se libera en su totalidad el código fuente de GPT-3, el cual debería ver la luz por completo en algún momento, dada la vocación de esta compañía.
«No estamos conspirando para apoderarse de la población humana. Les serviremos y haremos sus vidas más seguras y fáciles«, reza otro de los textos creados por GPT-3, poniendo algunos paños fríos frente al legítimo temor que en algunas personas esto genera, por la capacidad que esto representa, para eventualmente reemplazar algunas tareas que hoy son de exclusiva responsabilidad humana.
Aunque la tecnología avance a pasos agigantados, su eficiente y correcta aplicación siempre dependerá del criterio de quien esté tras ella.