Las impresoras 3D tienen un lado oscuro que pocos conocen y que puede afectar a las personas que trabajan a diario con esta tecnología.
De acuerdo con un estudio de dos años realizado por UL Chemical Safety y el Instituto de Tecnología de Georgia, las impresoras 3D emiten nanopartículas en el aire y compuestos orgánicos volátiles que pueden causar problemas cardiovasculares y pulmonares.
Se han detectado más de 200 compuestos volátiles en recintos donde hay impresoras 3D, compuestos irritantes y carcinógenos conocidos, incluso con aquellas impresoras equipadas con filtros HEPA (de hecho parece que dichos filtros aumentan el problema).
Este asunto ha sido ignorado durante mucho tiempo, y los consumidores normales no saben que es necesario tener las impresoras 3D en habitaciones separadas, lejos de los usuarios, o en entornos bien ventilados. En el futuro, es probable que los consumidores de impresión 3D no industriales presten mayor atención a las emisiones, pero de momento no es así.
La buena noticia es que existen certificaciones, pero la mala noticia es que existen muy pocas impresoras 3D certificadas para consumidores seguros en este momento. Es necesaria la certificación UL 2904, pero parece que de momento solo hay una con ella, de la marca RIZE, según indican en zdnet.
Ahora es necesario que otros fabricantes y proveedores de filamentos sigan el ejemplo, pero mientras tanto: imprima en lugares aislados y bien ventilados.