Google ha dado un paso importante en la manera en la que interpretamos y accedemos a los datos ambientales. A través de su plataforma Google Earth, ahora combina la potencia de su inteligencia artificial Gemini con una base de datos geoespacial que permite a los usuarios hacer preguntas sobre el cambio climático y recibir respuestas en tiempo real. Esta nueva herramienta, bautizada como Earth AI, busca facilitar el acceso a información compleja, ayudando a ciudadanos, investigadores y gobiernos a tomar decisiones mejor fundamentadas.
La inteligencia artificial en Google Earth no es nueva, pero lo que cambia es la forma en que los usuarios pueden interactuar con ella. A través de un formato tipo chatbot, el sistema puede responder consultas como «¿Dónde hay proliferaciones de algas?» o «¿Cómo han cambiado las temperaturas superficiales en esta región en los últimos 10 años?». La respuesta se genera cruzando datos de satélites, registros históricos, información meteorológica y patrones de comportamiento ambiental, todo a través de un modelo llamado AlphaEarth Foundations.
Capacidad para detectar patrones y anticipar desastres
El potencial de esta tecnología no se limita a la visualización de datos; también permite inferencias predictivas. Combinando capas de información como la evolución de la temperatura, los niveles de agua o la contaminación del aire, Earth AI puede identificar tendencias que apunten a riesgos futuros. Por ejemplo, podría ayudar a prever qué comunidades están más expuestas ante un huracán o qué zonas podrían sufrir una sequía severa en los próximos años.
Esto se logra gracias al uso de un modelo de razonamiento geoespacial, impulsado por Gemini, que actúa como un analista ambiental multidisciplinar. Este sistema cruza datos de comportamiento climático con información demográfica, histórica y visual, para ofrecer respuestas que van más allá de lo descriptivo: ayudan a anticipar consecuencias. Es como si tuviéramos un meteorólogo, un geógrafo y un urbanista trabajando juntos en tiempo real para responder preguntas sobre el planeta.
Aplicaciones prácticas para la sostenibilidad
Uno de los ejemplos más claros de su utilidad es la detección de floraciones de algas, un problema que afecta la calidad del agua en muchas regiones del mundo. A través del sistema, es posible identificar estas áreas con precisión, permitiendo a las autoridades actuar rápidamente. Pero también puede analizar los efectos de las políticas medioambientales, como la reducción de la contaminación atmosférica, comparando registros históricos y actuales.
Otro uso práctico es la posibilidad de consultar sobre el aumento del nivel del mar en zonas urbanas costeras, lo que puede ser clave para planificación de infraestructuras resilientes. Para quienes trabajan en la gestión de recursos naturales o en urbanismo sostenible, estas funciones representan una herramienta de apoyo esencial, pues permiten acceder a información precisa sin necesidad de conocimientos técnicos avanzados.
Disponibilidad y acceso segmentado
Aunque Google Earth mantiene una versión gratuita con funcionalidades como la visualización de videos en time-lapse, las nuevas capacidades de la IA conversacional están disponibles solo para suscriptores del plan profesional. Este se divide en dos niveles: el básico, con un costo mensual de 75 dólares, y el avanzado, que asciende a 150 dólares mensuales. Estos planes dan acceso a capas de datos más detalladas, como la temperatura superficial o las curvas de nivel del terreno, herramientas clave para investigadores, consultoras ambientales y gobiernos locales.
Esta segmentación en el acceso podría limitar el uso de la herramienta por parte de organizaciones pequeñas o usuarios individuales con presupuestos reducidos. Sin embargo, el acceso gratuito a funciones básicas sigue representando un avance importante, sobre todo para educadores y estudiantes que buscan explorar visualmente los efectos del cambio climático.
Una apuesta más de Google en tecnología ambiental
Este desarrollo se suma a una serie de iniciativas previas de Google enfocadas en el monitoreo ambiental. En el pasado, la empresa ha colaborado con fabricantes de satélites para observar incendios forestales desde el espacio, y con universidades para crear bases de datos sobre el funcionamiento de plantas energéticas a nivel global.
El desafío que se mantiene latente es el de equilibrar el impacto ecológico de la propia inteligencia artificial. Entrenar y operar modelos como Gemini requiere grandes cantidades de energía, por lo que el beneficio ambiental de estas herramientas debe analizarse también considerando su huella de carbono. Aún así, la posibilidad de usar estos sistemas para anticipar desastres naturales o evaluar políticas climáticas ofrece un potencial transformador.
Tecnología con conciencia climática
Earth AI no es simplemente una actualización técnica; es una nueva forma de conversar con el planeta. En lugar de buscar mapas y datos de forma manual, el usuario puede preguntar directamente y obtener respuestas contextuales que integran años de observación satelital. Como si estuviéramos ante una bola de cristal alimentada por datos reales, esta herramienta puede revelar el pasado ambiental de una región, explicar el presente y sugerir posibles futuros.
El mayor valor de esta propuesta está en su capacidad para democratizar el conocimiento sobre el cambio climático, aunque aún con ciertos límites de acceso. Mientras más personas puedan comprender los riesgos y transformaciones del entorno, mayores serán las posibilidades de acción colectiva. En ese sentido, Earth AI representa un paso importante en la construcción de una tecnología que no solo ve, sino que también entiende y explica el mundo que habitamos.
