Pythom Space: la startup sueca que quiere democratizar el acceso al espacio

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Ilustración digital surrealista de un cohete sobre agua calma, con satélites flotando como luciérnagas en un cielo de engranajes cósmicos.

Una startup con raíces sueco-estadounidenses está dando de qué hablar en el ecosistema aeroespacial europeo. Pythom Space, con sede en Estocolmo y presencia también en Estados Unidos y Suiza, apuesta por una propuesta diferente a la de los gigantes del sector como SpaceX o Rocket Lab: cohetes pequeños, lanzamientos flexibles y un modelo accesible incluso para gobiernos con presupuestos reducidos.

Fundada por los exploradores Tina y Tom Sjögren, conocidos por sus travesías al Polo Norte, al Polo Sur y al Everest, la empresa parte de una filosofía pragmática y aventurera. Su sueño: escalar la montaña más alta del sistema solar, en Marte, y volver sanos y salvos. Para ello, necesitaban un cohete que no dependiera de infraestructura masiva ni de complejos sistemas criogénicos. Así nació Pythom Space.

Cohetes sin puerto espacial: lanzamientos desde cualquier lugar

Uno de los principales diferenciadores de Pythom es su propulsión por biocombustibles y su capacidad de lanzarse desde prácticamente cualquier superficie plana. A diferencia de otros proyectos espaciales que requieren instalaciones enormes, esta empresa necesita poco más que una losa de hormigón. Como explica su CEO Filip Stern Cedell: “Podríamos lanzar un cohete aquí mismo, en la calle”.

La clave está en su sistema de presión patentado «Black Magic», que permite alcanzar 150 veces la presión atmosférica. Sus motores, impresos en 3D, se diseñan para ser eficientes y ligeros, sin sacrificar potencia ni seguridad. Este enfoque también los posiciona como candidatos a lanzar el primer cohete carbono neutral.

Tecnología accesible para países sin agencia espacial

Con una inversión modesta hasta el momento (alrededor de unos pocos millones de dólares provenientes de inversores como la familia Wallenberg, el fondo sueco Rymdkapital y el exastronauta Christer Fuglesang), Pythom quiere demostrar que no hace falta un presupuesto multimillonario para participar en la nueva carrera espacial.

Su meta: ofrecer un cohete por 1 millón de dólares y una constelación de ocho satélites por el mismo precio. En otras palabras, un programa espacial completo por unos 2 millones, algo que podría permitir a países pequeños o regiones autónomas contar con sus propios satélites de comunicación, observación o defensa.

Un espacio Uber en lugar de un autobús espacial

Stern Cedell compara el modelo de Pythom con el de un Uber del espacio: mientras SpaceX funciona como un autobús, llevando múltiples cargas a un destino común, Pythom busca ofrecer lanzamientos personalizados, rápidos y más económicos. Esta flexibilidad es especialmente valiosa en contextos de emergencia o defensa.

Durante la guerra en Ucrania, por ejemplo, quedó en evidencia la importancia de las comunicaciones satelitales independientes. “Si te bombardean el puerto espacial, te quedas ciego y sordo en el campo de batalla”, advierte Stern Cedell. De ahí el interés que ya han mostrado tanto el ejército sueco como DARPA, la agencia de investigación del Departamento de Defensa estadounidense.

Un muro tecnológico entre EE. UU. y Suecia

Aunque operan bajo una misma visión, las divisiones sueca y estadounidense de Pythom están separadas por normativas militares y de exportación. Las leyes suecas (ISP) y estadounidenses (ITAR) impiden compartir ciertos desarrollos tecnológicos entre ambas sedes. Eso ha derivado en una especie de carrera interna entre los equipos de ambos países para ver quién logra primero un lanzamiento exitoso.

Nuevos mercados: medicina, chips y minería espacial

Más allá de los satélites y la defensa, Pythom Space también ve oportunidades en sectores futuristas como la fabricación de medicamentos en microgravedad, donde las propiedades físicas cambian y permiten desarrollar cristales farmacéuticos más eficientes.

También apunta a la fabricación de semiconductores más eficientes, hasta 50 veces mejores que los actuales en la Tierra, y la instalación de paneles solares espaciales que podrían multiplicar por 40 la eficiencia energética. Ni hablar de la minería de asteroides, una posibilidad que, aunque hoy suene a ciencia ficción, se vuelve más realista a medida que bajan los costos de acceso al espacio.

Una startup con mirada larga y pies en la Tierra

Lo que hace singular a Pythom no es solo su tecnología, sino su filosofía. Mientras muchos sueñan con colonizar Marte, esta empresa sueca quiere garantizar que volver sea parte del plan. Su enfoque modular, su tamaño reducido y su apuesta por materiales reutilizables y biocombustibles muestran que es posible pensar en grande con recursos pequeños.

Pythom no intenta competir directamente con los grandes, sino abrir nuevas rutas. Como si en vez de construir autopistas para vehículos pesados, ofrecieran caminos rurales adaptados a todoterrenos livianos. Para muchos, ese puede ser el acceso más realista y sostenible al espacio.