La reciente decisión del gobierno de Donald Trump de cerrar el programa Energy Star ha desatado una oleada de preocupaciones en sectores ligados al consumo responsable y la eficiencia energética. Este programa, activo desde 1992, ha sido una herramienta clave para que consumidores y empresas identifiquen productos que ayudan a reducir el gasto energético en el hogar y en el entorno laboral.
¿Qué es Energy Star y por qué ha sido tan influyente?
Si alguna vez te has detenido a observar una etiqueta amarilla en un electrodoméstico nuevo, probablemente era una certificación de Energy Star. Este programa, lanzado bajo la administración de George H. W. Bush, es fruto de una colaboración público-privada liderada por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA). Su objetivo: identificar y promover productos que cumplen criterios estrictos de eficiencia energética.
Desde su implementación, ha sido una guía práctica para millones de consumidores que desean tomar decisiones más sostenibles. Más allá del símbolo, Energy Star se convirtió en un estándar de calidad que permitió comparar productos y elegir aquellos que consumen menos energía, ahorrando dinero y reduciendo el impacto ambiental.
Un ahorro tangible en la economía familiar
Los números respaldan la importancia de este programa. Según datos de la propia organización, los hogares estadounidenses han ahorrado más de 500.000 millones de dólares desde 1992 gracias al uso de productos certificados. Esto equivale a un promedio de 450 dólares anuales por familia. Como comparación, es como si cada hogar recibiera un pequeño “reembolso energético” todos los años simplemente por elegir mejor sus electrodomésticos.
El coste de mantenimiento del programa, estimado en 32 millones de dólares anuales, se contrapone con un retorno de inversión extraordinario: cada dólar invertido en Energy Star ha generado 350 dólares en ahorro energético.
Un cierre cargado de interrogantes legales y sociales
El anuncio se dio a conocer en una reunión interna del ya desmantelado Departamento de Protección Atmosférica de la EPA. A nivel legal, muchos expertos señalan que un presidente no puede eliminar unilateralmente el programa sin aprobación del Congreso, lo que genera incertidumbre sobre el verdadero alcance y consecuencias inmediatas de esta medida.
Más allá del aspecto jurídico, la preocupación se centra en el impacto cotidiano. ¿Cómo sabrán ahora los consumidores qué productos son realmente eficientes? ¿Volveremos a un mercado donde la eficiencia es una incógnita y no una garantía?
Reacciones del sector energético y ambiental
Diversas voces se han levantado tras el anuncio. Paula Glover, presidenta de la Alliance to Save Energy, fue tajante: “Eliminar Energy Star contradice directamente la promesa de reducir los costes energéticos en los hogares”. Y es que más allá de cifras, el programa ha creado hábitos de consumo informados y ha incentivado a los fabricantes a mejorar sus estándares.
El temor generalizado es que sin esta referencia confiable, se pierda el incentivo para diseñar productos cada vez más eficientes. Esto no sólo encarecería las facturas de luz, sino que podría aumentar las emisiones de gases contaminantes.
¿Qué pueden hacer ahora los consumidores?
Si bien la eliminación del programa aún no es efectiva, los consumidores pueden seguir tomando decisiones inteligentes. Aquí algunas recomendaciones prácticas:
- Revisar el historial de consumo energético de marcas y modelos antes de comprar.
- Utilizar plataformas independientes de comparación de eficiencia.
- Apostar por electrodomésticos de bajo consumo incluso si no tienen el sello Energy Star.
- Exigir mayor transparencia a los fabricantes.
- Apoyar iniciativas locales que promuevan la eficiencia energética.
Más que un simple logo, Energy Star ha sido una herramienta de empoderamiento ciudadano. Permitía que, desde una decisión tan simple como comprar un refrigerador, el consumidor participara en un cambio global hacia una energía más limpia y económica.
Su posible desaparición no debería marcar el fin del consumo consciente, sino el inicio de una nueva etapa donde la ciudadanía exija políticas energéticas claras, información transparente y productos diseñados para un futuro más sostenible.