Un nuevo sensor detecta el gusto y toma decisiones alimenticias

Publicado el

robot comiendo

Imaginemos un futuro cercano donde la inteligencia artificial no solo pueda ver y oír como nosotros, sino también saborear los alimentos. Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania ha dado un paso significativo en esta dirección.

El estudio ha sido llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania. Subir Ghosh, estudiante de doctorado en ciencias de la ingeniería y la mecánica, y Saptarshi Das, profesor asociado en la misma disciplina, son los autores principales del estudio publicado en la revista Nature Communications.

El dispositivo desarrollado es una lengua electrónica alimentada por inteligencia artificial.

El dispositivo de lengua electrónica desarrollado por los investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania se basa en una serie de sensores electrónicos fabricados con grafeno, un material bidimensional compuesto por átomos de carbono dispuestos en una estructura de panal. Estos sensores son conocidos como chemitransistores.

Los chemitransistores actúan como receptores de sabor en el dispositivo. Son capaces de detectar iones de sodio en una solución, lo que les permite «saborear» la sal. Además, estos sensores pueden identificar moléculas de gas o químicas, lo que les otorga la capacidad de discernir entre diferentes sabores como sal y azúcar.

El dispositivo no solo se detiene en la detección de sabores. También incorpora un circuito gustativo que simula el comportamiento alimenticio humano. Este circuito incluye una «corteza gustatoria electrónica» que se conecta a una «neurona del hambre», impulsada por la fisiología, y a una «neurona del apetito», impulsada por la psicología.

Para lograr esta integración de la psicología y la fisiología en la toma de decisiones, el circuito utiliza memtransistores hechos de disulfuro de molibdeno. Estos memtransistores tienen la capacidad de recordar señales pasadas, lo que permite al sistema aprender y adaptarse con el tiempo.

Lo que distingue a este proyecto es su enfoque en la integración de la psicología y la fisiología en la toma de decisiones de la IA. El equipo ha desarrollado un circuito gustativo que incluye una «corteza gustatoria electrónica» que conecta una «neurona del hambre» impulsada por la fisiología, una «neurona del apetito» impulsada por la psicología, y un «circuito de alimentación». La «neurona del hambre» y la «neurona del apetito» trabajan en conjunto dentro del circuito para simular cómo los humanos toman decisiones alimenticias basadas tanto en necesidades fisiológicas como en deseos psicológicos. Por ejemplo, si el sistema detecta que la «neurona del hambre» está activa pero la «neurona del apetito» no lo está, podría decidir no «comer» un alimento determinado.

Este avance abre la puerta a nuevas formas de inteligencia artificial emocional. Los investigadores esperan que el concepto de «inteligencia emocional gustativa» pueda extenderse a otros sistemas sensoriales, beneficiando el desarrollo de futuros humanoides más emocionalmente inteligentes.

Más información en Nature Communications y en psu.edu.