El Centro de Política de IA y Digital (CAIDP, por sus siglas en inglés) ha presentado una queja ante la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) pidiendo una investigación de OpenAI y su producto GPT-4. La queja argumenta que GPT-4 no cumple con las pautas de la FTC sobre transparencia, equidad y solidez empírica mientras fomenta la responsabilidad. CAIDP también alega que GPT-4 es sesgado, engañoso y un riesgo para la privacidad y la seguridad pública.
La FTC tiene la responsabilidad de investigar y prohibir prácticas comerciales injustas y engañosas. CAIDP cree que la FTC debe examinar de cerca a OpenAI y GPT-4. La organización pide a la FTC que determine si la empresa ha cumplido con las directrices emitidas por la agencia federal.
La queja se produce poco después de que una carta abierta llamara a una «pausa» de seis meses en el desarrollo de modelos de IA a gran escala más allá de GPT-4. La carta destaca el acalorado debate en torno a los riesgos versus la exageración a medida que aumenta la velocidad del desarrollo de la IA.
Los expertos legales sugieren que la FTC podría emitir regulaciones de IA en 2023, dada la rapidez y el crecimiento del desarrollo de la IA. La FTC ha enfocado su atención en la IA desde hace tiempo, pero la diferencia es que la IA está más en el ojo público, especialmente con estas nuevas herramientas de IA generativas a las que los consumidores tienen acceso directo.
En un post de negocios publicado en febrero, «Mantenga bajo control sus afirmaciones de IA», el abogado de la FTC, Michael Atleson, escribió que la FTC podría estar «preguntándose» si una empresa que anuncia un producto de IA es consciente de los riesgos. Atleson también enfatiza que las empresas deben considerar si deberían hacer o vender la herramienta de IA y si están mitigando efectivamente los riesgos.
A medida que la IA continúa avanzando y su uso se extiende, es importante que las empresas y organizaciones consideren cómo cumplir con las normas de la FTC y los requisitos de responsabilidad social. En última instancia, la IA tiene el potencial de transformar el mundo en formas positivas y negativas, y es responsabilidad de todos garantizar que su uso sea ético y beneficioso para la sociedad.