Nueva máquina para estudiar el polvo en la atmósfera

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Mientras miles de fabricantes de todo el mundo invierten millones para crear nuevas pulseras inteligentes, relojes, móviles, cámaras y aires acondicionados portátiles, otras invierten en crear máquinas únicas, esas máquinas que hacen que la humanidad de un paso más, las que transforman el presente en un futuro de ciencia ficción.

Eso es en lo que han estado trabajando desde la NASA, en un nuevo instrumento que han enviado a la Estación Espacial Internacional y que podría ayudar a conocer mejor cómo se realizan las variaciones del clima en nuestro planeta.

Se trata de una máquina para estudiar el polvo, un gran protagonista en el misterio climático. El instrumento se llama Earth Surface Mineral Dust Source Investigation, y ya ha partido en la nave espacial SpaceX Dragon hacia el espacio.

El polvo, que se eleva desde desiertos y otras regiones áridas, tiene un efecto enorme en el enfriamiento y calentamiento de la Tierra, pero aún no se sabe cómo, de forma que es necesario investigar mucho más para entenderlo a la perfección. De hecho no solo quieren saber cuánto es capaz de enfriar o calentar un conjunto de partículas de polvo, también quieren confirmar que efectivamente calienta o enfría, ya que de momento solo es una teoría.

La teoría dice que las partículas de polvo más ligeras y claras reflejan la luz del sol, y eso hace que el planeta sea más frío, ya que la energía es devuelta al espacio después de ser reflejada. Por otro lado, las partículas con más hierro, las más oscuras, absorben la energía del sol y calentarán la superficie.

El nuevo instrumento EMIT usará un espectrómetro de imágenes para analizar más de mil millones de mediciones durante 2023, para que podamos conocer la composición del polvo en todo el mundo. Con esa información, los científicos sabrán cuánto polvo en la atmósfera hay de color claro y cuánto de color oscuro, y se podrá verificar el efecto de calentamiento o enfriamiento que podría tener en la superficie.

El objetivo final es crear un modelo climático más exacto, que no asuma que el polvo es amarillo, pero también podrá analizarse información relacionada con la migración del polvo, como el que sale del desierto de África a la selva Amazónica, por ejemplo, o el que afecta en la formación de nubes y en la calidad del aire.

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