Las grandes adquisiciones y sus semejanzas con la crisis de las .com

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Década de los 90, muchos creativos de verdad apostaron por las nuevas tecnologí­as como auténticos visionarios del futuro… hicieron sus apuestas por el aumento de la presencia y la importancia de Internet en el mundo de los negocios.
La especulación inició una vieja pelí­cula que conocemos de sobra y las empresas que prometí­an el nuevo El Dorado se vinieron abajo.
La idea no era del todo descabellada, ciertamente hoy podemos afirmar que tras el término Internet se esconde una fuente inagotable de recursos, no es fácil alcanzarlos y requiere de un proceso de crecimiento global constante, pero… si se analiza la evolución de las redes sociales y su incidencia en las cifras de los negocios online, el auge del comercio electrónico y la creación de empleo, es para pensar que el modelo actual ha avanzado en términos de maduración y aprendizajes del pasado.
Sin embargo lo que se persigue lograr como objetivo final es dinero y en éste contexto es que se disparan los rumores sobre una posible burbuja que subyace tras la Web 2.0, desde el punto de vista de la sobrevaloración del mercado, las inversiones millonarias y las estrategias puestas en marcha para preparar el terreno frente a una eventual, aunque aún no realizada, salida a bolsa.
Es difí­cil predecir qué sucederá… sin embargo, aún se está a tiempo para “modificar el plan de empresa”, efectuar los equilibrios que correspondan y mantener la senda de crecimiento que, únicamente se sustenta con la horizontalidad y el compromiso.
Las semejanzas con la crisis de las punto .com radican en que la industria es la misma y la sobrevaloración es una constante; pero la maduración y las experiencias pasadas debieran aportar un nivel de aprendizaje.
Salvo que se produjera como plan necesario para regular un mercado cada vez más poblado, en el que la calidad ”“si bien con una vida útil muy breve- no siempre está presente y en el que son muchos los llamados pero pocos los elegidos y el negocio es jugoso, de eso no cabe ninguna duda, marcas que sólo nombrarlas evocan éxito seguro… pinceladas de estrellas que transforman en oro todo lo que tocan, pero claro… uno no es el oro, uno finalmente no es la marca; es un pequeño inversor en manos de los grandes tiburones, accionistas particulares que se dejan deslumbrar por el éxito y un futuro en auge permanente y que, atrapados en las garras de la especulación pueden sufrir los efectos de una eventual crisis 2.0…
Y aunque ello sucediera, Internet hoy es tan determinante que se consolida como una forma de vida, la regulación del mercado es necesaria en un modelo en el que la calidad va en aumento y las exigencias globales son cada vez mayores para las personas que aglutinan la nueva figura fusionada de consumidores y prestadores de servicios.

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