La inteligencia artificial ha logrado avances impresionantes en la generación de imágenes y videos. Lo que antes requería cámaras, actores y edición profesional, ahora puede lograrse con solo escribir una frase. Sin embargo, esta facilidad técnica viene con un costo que cada vez es más evidente: la reproducción de estereotipos dañinos y la exclusión de representaciones diversas.
Uno de los ejemplos más recientes es Sora, el generador de videos de OpenAI. A pesar de su sorprendente calidad visual, este sistema ha demostrado tener un serio problema con los sesgos. Tras analizar cientos de videos creados con esta herramienta, un equipo de WIRED descubrió que Sora refuerza prejuicios sexistas, racistas y capacitistas, perpetuando imágenes sociales limitadas y, en muchos casos, discriminatorias.