El auge de la inteligencia artificial no solo está redefiniendo industrias enteras, también plantea serios retos energéticos. Cada vez que interactuamos con un modelo de lenguaje o se entrena una red neuronal, se consumen cantidades enormes de energía. La mayor parte de ese gasto se produce por el funcionamiento de GPUs de alto rendimiento, pero un porcentaje nada despreciable se va en mantener esas unidades refrigeradas.
Hasta ahora, el método más común para evitar el sobrecalentamiento de los chips ha sido el uso de placas frías. Estas se colocan encima del procesador para disipar el calor, pero no son tan eficientes como podría pensarse. Entre la fuente de calor y el refrigerante hay varias capas de materiales que limitan el traspaso térmico. Es como intentar enfriar una olla caliente usando un trapo húmedo sin tocar directamente el metal: algo se enfría, pero no lo suficiente ni con la rapidez deseada. Continúa leyendo «Microsoft rediseña la refrigeración de chips con microfluidos inspirados en la naturaleza»