OpenAI no logra levantar cabeza. A la pérdida de talento clave y la demora en su modelo de código abierto, ahora se suma un revés estratégico: el fallido intento de adquirir Windsurf, una prometedora startup de herramientas de desarrollo impulsadas por IA. Mientras tanto, Google ha aprovechado el momento y, con la ayuda indirecta de Microsoft, ha asegurado parte del talento y la tecnología de Windsurf por medio de un acuerdo valorado en 2.400 millones de dólares. El impacto de este movimiento redefine el tablero en la batalla por dominar el desarrollo de software con inteligencia artificial.