La malaria, esa enfermedad que ha acompañado a la humanidad desde tiempos antiguos, sigue cobrándose cientos de miles de vidas cada año, especialmente entre los más pequeños. En regiones como el África subsahariana, donde el acceso a la atención médica es limitado y los mosquitos transmisores están por todas partes, los niños menores de cinco años son los más vulnerables.
Durante décadas, encontrar una vacuna eficaz contra la malaria parecía una tarea imposible. El parásito que la causa, Plasmodium falciparum, tiene un ciclo de vida complejo, cambia de forma dentro del cuerpo humano y sabe muy bien cómo esquivar al sistema inmune. Pero en los últimos años, algo cambió. Dos vacunas han irrumpido en escena, ofreciendo una nueva posibilidad para cambiar el curso de esta batalla: RTS,S/AS01 (Mosquirix) y R21/Matrix-M.
Vacunas que marcan un antes y un después
Las dos vacunas más avanzadas hoy en día cuentan con el respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ambas están dirigidas a prevenir la malaria causada por Plasmodium falciparum, la forma más mortal del parásito, y se enfocan en la etapa inicial de la infección, cuando el parásito aún no ha llegado a la sangre.
RTS,S/AS01 (Mosquirix)
Desarrollada por GlaxoSmithKline, esta vacuna fue la primera en ser aprobada para su uso público. Desde su implementación piloto en países como Ghana, Kenia y Malawi, ha mostrado beneficios reales: menos hospitalizaciones, menos casos graves y una reducción en la mortalidad infantil. Su eficacia es moderada (alrededor del 36% en cuatro años), pero ha sido clave para demostrar que sí es posible vacunar contra la malaria.
R21/Matrix-M
Más recientemente, la Universidad de Oxford, en colaboración con el Serum Institute of India y Novavax, presentó una alternativa con resultados aún más alentadores. En ensayos clínicos, R21 ha alcanzado una eficacia del 77%, superando el objetivo de la OMS del 75%. Esta vacuna, además, se espera que cueste menos, lo que facilita su distribución en zonas con recursos limitados.
¿Qué hace especial a la vacuna R21/Matrix-M?
Imaginemos el cuerpo como una casa con una alarma. Esta vacuna actúa reforzando esa alarma justo en la entrada, antes de que el parásito tenga tiempo de moverse por el cuerpo. Se enfoca en impedir que el Plasmodium llegue al hígado, donde comienza a multiplicarse silenciosamente antes de pasar a la sangre, que es cuando los síntomas aparecen.
Esto lo logra gracias a un antígeno (una señal que activa al sistema inmune) conocido como CSP, y un componente llamado Matrix-M, que actúa como un megáfono para el sistema inmune, amplificando su respuesta. Cuanto más fuerte es la señal, más rápida y eficaz es la defensa del cuerpo.
¿En quiénes se puede aplicar esta vacuna?
Por el momento, la vacuna R21/Matrix-M está recomendada para niños de entre 5 y 36 meses, que son quienes enfrentan el mayor riesgo de complicaciones graves por malaria. Los estudios han demostrado que incluso niños con bajo peso —frecuente en regiones donde la desnutrición es común— responden bien a esta vacuna.
Se está investigando también su uso en adultos y en campañas de vacunación masiva. A mayor cobertura, menor será la transmisión comunitaria del parásito.
Comparación entre R21 y RTS,S: ¿cuál es mejor?
Ambas vacunas tienen mucho en común: atacan la misma etapa del parásito, requieren varias dosis, y están destinadas a los mismos grupos de riesgo. Pero R21 parece ofrecer ciertas ventajas:
Característica | R21/Matrix-M | RTS,S/AS01 (Mosquirix) |
---|---|---|
Eficacia en zonas estacionales | ~75% | ~75% (cuando se combina con quimioprevención) |
Eficacia en zonas perennes | ~66-68% | ~36% durante 4 años |
Costo estimado por dosis | 2-4 dólares | Más alto |
Recomendación OMS | Desde octubre de 2023 | Desde octubre de 2021 |
Estado actual | Inicio de implementación | Ampliamente aplicada en programas piloto |
Así, mientras RTS,S ha sido fundamental para abrir camino, R21 promete ser más eficaz y accesible. Es como pasar de una bicicleta a una moto: ambas te llevan, pero una lo hace más rápido y con menos esfuerzo.
¿Qué desafíos quedan por delante?
Aunque estos avances son esperanzadores, todavía hay retos que resolver. Por ejemplo:
Duración de la protección: Ambas vacunas necesitan refuerzos, y aún se estudia cuánto tiempo dura la inmunidad.
Logística: Aplicar cuatro dosis en zonas rurales con pocos centros de salud requiere planificación y recursos.
Variabilidad del parásito: El Plasmodium cambia, y eso podría afectar la eficacia de las vacunas con el tiempo.
Aceptación comunitaria: Aunque ha sido positiva hasta ahora, es vital mantener informada a la población y generar confianza en el sistema.
El futuro: vacunas de próxima generación
La ciencia no se detiene. Ya hay investigaciones en marcha para desarrollar vacunas con tecnologías más modernas, como las basadas en ARN mensajero (ARNm) —las mismas utilizadas para combatir el COVID-19—. Estas podrían producirse más rápidamente, adaptarse mejor a nuevas variantes del parásito, y ofrecer una protección más amplia.
También se estudian vacunas que actúan en distintas etapas del ciclo del Plasmodium, como aquellas que interfieren cuando el parásito ya está en la sangre. Y no solo eso: se exploran alternativas como los anticuerpos monoclonales, que podrían ofrecer protección inmediata en personas que no pueden vacunarse o que viajan a zonas de alto riesgo.
Un rayo de esperanza
Durante mucho tiempo, la malaria fue como una tormenta inevitable. Hoy, con estas nuevas vacunas, empezamos a ver el arcoíris. R21/Matrix-M y RTS,S/AS01 no solo ofrecen protección, sino también esperanza. Si se combinan con otras medidas preventivas —mosquiteros, insecticidas, diagnósticos tempranos—, el impacto puede ser enorme.
Salvar cientos de miles de vidas cada año ya no es un sueño imposible. Es una meta al alcance de la ciencia, del compromiso global y de cada comunidad que cree en la prevención.