No cabe ninguna duda que el desastre que se ha vivido en la sociedad nipona no ha desatado tal nivel de intercambio de información, ayudas, seguimiento de la noticia, estadísticas e informes tendentes a extrapolar la situación acontecida en Japón trayéndola al ámbito local de cada uno de los países, debido al terremoto, tsunami y fuga radioactiva, propiamente.
Un temor escéptico para muchos e imposible para otros, pero sin duda, un temor subyacente que desata todo tipo de teorías en la que el “Apocalipsis” es el término más comúnmente utilizado.
La pregunta flota en el ambiente desde que los aviones de Al Qaeda se estrellaron contra las Torres Gemelas en Estados Unidos, mostrando al mundo la vulnerabilidad del país más poderoso del planeta, dando por iniciado el ciclo de sucesos devastadores para la civilización.
Resulta muy curioso e invita sin duda a la reflexión que el origen de la crisis actual, estructural y sistémica, fuera coincidente con el crecimiento de una civilización emergente que construía la red, que formaba parte de ella y que de forma progresiva fue incorporándola a sus hábitos y costumbres, de forma que hoy, Internet está presente en cada suceso, en cada acontecimiento, contándole al mundo que ésta sucediendo.
Una de las grandes fortalezas con las que contamos en este posible “fin de ciclo” por el que transitamos, es Internet, el gran aliado de las sociedades, y una herramienta que permite que sean las personas las que, “remando hacia el mismo lado” permitan que el planeta en su conjunto tenga acceso a lo que está pasando, los efectos que puede implicar y con el tiempo suficiente para adoptar las medidas oportunas, lo que permite optimizar recursos; evitando incurrir en cifras astronómicas que deben ser destinadas a la reconstrucción de cada desastre, pero además, medidas que tienden a salvar vidas.
El debate que el suceso de Japón abre en torno a la energía nuclear es realmente positivos en un momento en el que la escasez de recursos y los abusos cometidos sobre el planeta durante años comienzan a pasar factura, la tierra no da más y ha comenzado a “sacudirse las pulgas” para ponerse de pie… Transformándonos en civilizaciones unidas por el lenguaje y las palabras, estaremos capacitados para generar, crear, producir, lo que establecerá la espiral retroalimentadora en la que podamos integrarnos de forma equilibrada, dentro de nuestro planeta.
Las plataformas existen y las oportunidades se suceden, la clave radica en la capacidad de los seres humanos actuales de optimizar las herramientas a su alcance, a fin de construir modelos que aporten realmente un valor añadido.
En el momento actual, el planeta necesita iniciar la fase de desarrollo, el crecimiento ya llegó a su punto álgido y no se puede seguir por esa senda.
Desarrollo, social, nuevo modelo… conceptos asociados a un nuevo comienzo… quizá es especialmente a partir de esta reflexión que podamos obtener una respuesta a la pregunta; ¿fin de ciclo o nuevo comienzo?…
Ambas porque; ¿no es sino a partir del caos que provoca un “final” que nos situamos ante un nuevo comienzo?…