La sonda Voyager 2 de la NASA ha recibido recientemente una actualización de software crítica, un logro tecnológico que demuestra la capacidad humana para mantener operativas misiones espaciales a distancias casi inimaginables.
Enviar una actualización de software a una sonda que se encuentra a 19 mil millones de km de distancia de la Tierra es una tarea monumental. La transmisión tardó cerca de 18 horas en completarse, lo que subraya la complejidad de mantener una comunicación efectiva con objetos tan alejados en el espacio.
La actualización fue diseñada para abordar problemas específicos en el Sistema de Control y Actitud Articular (AACS) de la sonda Voyager 1. El año pasado, esta sonda hermana experimentó anomalías en los datos de telemetría, lo que generó preocupaciones sobre su estado operativo. La actualización para Voyager 2 actúa como una medida preventiva para evitar problemas similares.
Las sondas están equipadas con sistemas de comunicación de alta ganancia que utilizan antenas parabólicas para enviar y recibir señales desde y hacia la Tierra. Estas antenas están diseñadas para ser extremadamente sensibles para captar las débiles señales que viajan a través del espacio interestelar.
Los propulsores de las sondas Voyager se utilizan principalmente para mantener sus antenas apuntadas hacia la Tierra. Estos propulsores disparan automáticamente para reorientar las sondas. Para reducir la acumulación de residuos de propelente en las líneas de combustible, la misión ha comenzado a permitir que las sondas roten ligeramente más en cada dirección antes de disparar los propulsores.
Para minimizar los riesgos, el equipo de la misión ha pasado meses escribiendo, revisando y verificando el código de la actualización. Voyager 2 servirá como banco de pruebas para la actualización antes de aplicarla a Voyager 1, que está aún más lejos de la Tierra.
La Red de Espacio Profundo (Deep Space Network o DSN) de la NASA es otro componente esencial para mantener la comunicación con las sondas Voyager. Esta red de antenas terrestres está estratégicamente ubicada en diferentes partes del mundo y es capaz de comunicarse con una variedad de misiones espaciales, incluidas las sondas Voyager.
Las sondas Voyager han estado enviando datos únicos y valiosos desde el espacio interestelar. Dada la distancia y el tiempo que tardan en llegar las actualizaciones, cada bit de información que recibimos es crucial para nuestra comprensión del universo.
La actualización no solo busca resolver problemas técnicos, sino que también tiene el potencial de extender la vida útil de estas sondas históricas. La NASA también está ajustando la orientación de las sondas para reducir la acumulación de residuos de propelente en las líneas de combustible, lo que podría prolongar aún más su operatividad.
A pesar de la tecnología avanzada, mantener la comunicación con las sondas Voyager no está exento de desafíos. La enorme distancia significa que hay un retraso significativo en la comunicación. Por otro lado, las sondas están envejeciendo, lo que aumenta el riesgo de fallos técnicos que podrían interrumpir la comunicación.
Lo que está claro es que mantener operativas misiones de casi 50 años es un recordatorio de la importancia de la exploración espacial sostenible.
Más información en jpl.nasa.gov