Desde su surgimiento y posterior masificación, los deepfakes han encendido varias alertas sobre sus implicancias de seguridad, ante un potencial uso malicioso como herramienta de suplantación o difamación.
Sin embargo, el tiempo nos ha demostrado también que estas piezas audiovisuales digitalmente intervenidas se pueden aprovechar para fines prácticos positivos. Dentro de este interés, surgió una propuesta para aprovechar esta tecnología con fines de privacidad.
“Mi rostro, mi elección”: propuesta para optimizar los deepfakes para su uso con fines de anonimato
Investigadores de la Universidad de Binghamton y de Intel Labs, se encuentran trabajando en el desarrollo de un mecanismo de enmascaramiento facial que no rompa la continuidad de la imagen y que además, sea capaz de confundir a los sistemas de reconocimiento facial con rostros falsos.
Esta propuesta centra su foco en las redes sociales, donde compartir fotografías es un hábito, en el que el alcance de este material muchas veces trasciende los límites de los círculos de amigos, familia o gente cercana. Esta exposición no discrimina ante la voluntad de las personas de querer aparecer o no en público. Y aunque se pueden establecer ciertos filtros de privacidad, las herramientas de control no son siempre suficientes.
Los investigadores sugieren el principio «Mi rostro, mi elección» (originalmente titulado “My Face, My Choice”, en inglés). Bajo el sistema propuesto, el rostro de una persona puede ser reemplazado con un deepfake lo suficientemente diferente en las imágenes en las que un usuario no quiere ser visto, para ser auténticamente irreconocible si esa es la voluntad de la persona.
Tras reportar sus primeros avances significativos, luego de realizar ensayos dentro de una red social simulada, los investigadores afirmaron haber comprobado que los deepfakes generados por este sistema no se parecen al rostro original ni a ningún otro rostro reconocible. Estas “caras falsas” se aproximan a la edad y el género de quien aparece en la fotografía original, conservando además la pose corporal y la expresión facial de la persona.
La validación de estos resultados, según asegura el equipo de investigación, confirma que el método propuesto es capaz de confundir varios sistemas actuales de identificación de rostros. Tras ser sometido a siete utilidades de reconocimiento facial diferentes, este sistema registró que redujo en un 61% la eficacia de las herramientas de identificación probadas.