Muchas veces nos inspiramos en la naturaleza a la hora de crear nuevos proyectos en el mundo de la tecnología, y hoy lo volvemos a ver con un claro ejemplo.
Ha surgido un interesante proyecto llevado a cabo por un equipo de ingenieros, quienes se dieron a la tarea de crear una batería flexible capaz de estirarse y de replegarse imitando el movimiento de las escamas de la serpiente.
Al pensar en las potenciales aplicaciones que esta nueva batería podría tener, resultan diversos los escenarios donde sus funciones pudieran ser aprovechadas, tales como catástrofes o emergencias, o bien, para ser implementado en wearables cotidianos o robots blandos.
En el desarrollo de esta batería estuvo involucrado un equipo del Instituto de Maquinaria y Materiales de Corea, dirigidos por Bonkyun Jang, investigador principal, en colaboración con Seungmin Hyun, miembro del Departamento de nanomecánica.
Fue así como todos unieron sus esfuerzos para lograr esta estructura, pero ¿a que se debió la decisión de hacer que replicara el movimiento de las escamas de la serpiente?
Si bien las escamas de las serpientes a simple vista aparentar ser rígidas, lo cierto es que cada una es capaz de plegarse sobre la siguiente, actuando, así como una barrera que le ofrece al cuerpo de la serpiente protección ante ataques o colisiones.
Añadido a esto, las escamas poseen propiedades que las hacen un elemento altamente flexible, cualidades que le permiten adaptarse sin problemas al entorno.
Todo esto fue tomado en cuenta por el equipo de investigación del KIMM, procediendo luego a buscar la manera de replicarlo en el diseño de una pila que pudiera estirarse sin comprometer la estabilidad y el rendimiento de la misma.
Para lograrlo el equipo creo una metaestructura mecánica que simulaba la escama de una serpiente. Al final, la nueva tecnología hizo posible que la estructura adquiriese este movimiento como resultado de la organización de múltiples baterías pequeñas y duras que al combinarse formaran una estructura similar a las escamas de una serpiente.
En cuanto a la seguridad de la batería, el equipo de KIMM logró minimizar la deformación de los materiales que la componen, implementando también una forma optimizada para cada célula de la batería, generando como resultado final una alta capacidad por unidad de tamaño.
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