Mezclas de drones y helicópteros, eléctricos, y en el futuro autónomos, los llamados «taxis voladores» siguen su camino para conquistar el mundo.
Hace pocas horas ha sido la empresa Archer Aviation la que dio a conocer su primer taxi volador eléctrico, «Maker», con varios inversores y compañías de aviación viendo los detalles presentados.
El interés en los aviones de cero emisiones que despegan y aterrizan como helicópteros pero vuelan como aviones está creciendo exponencialmente. Las empresas aeroespaciales buscan nuevos mercados, y necesitan modificar su industria con vehículos que funcionen con baterías. Maker es una buena opción.
Usaron en la presentación tecnología XR para simular un viaje, ya que de momento el avión de Archer aún no vuela comercialmente. Archer espera el lanzamiento comercial de Maker en 2024 en Los Ángeles y Miami y está en proceso de certificar el avión pilotado de cuatro pasajeros con la Administración Federal de Aviación, según comentó el cofundador y co-director ejecutivo Brett Adcock.
El objetivo es crear una solución de transporte de mercado masivo en las ciudades y sus alrededores, y no solo en un puñado de ciudades de Estados Unidos.
Estos taxis pueden volar a 240 km/h, y tienen autonomía de 100 km. El precio que pagaría un pasajero es de unos 3 dólares por kilómetro, aún muy caro si lo comparamos con las opciones existentes en tierra. Eso quiere decir que un pasajero pagaría unos 50 dólares para ir del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy a Manhattan, aunque solo tardaría unos cinco minutos, no los 60 minutos, como mínimo, que tardaría en un coche.
Los expertos estiman que este mercado tendrá un valor de miles de millones durante la próxima década, por lo que tendremos que esperar a que la tecnología, y los precios, se sedimenten.
Por cierto, Archer está actualmente envuelto en una batalla legal con el competidor Wisk Aero (respaldado por Boeing), que lo ha acusado de robar secretos comerciales e infringir sus patentes. Archer pidió la semana pasada a un tribunal de California que desestimara la demanda y la corte procesó a Wisk por «declaraciones falsas» con respecto a una investigación criminal separada.