La reciente multa de 120 millones de euros impuesta por la Comisión Europea a X (anteriormente Twitter) ha marcado un antes y un después en la aplicación de la Ley de Servicios Digitales (DSA). Esta legislación, diseñada para regular el entorno digital en la Unión Europea, encuentra en esta sanción su primera gran aplicación, y lo hace con uno de los actores digitales más polémicos del momento.
La Comisión acusa a X de mantener un sistema de verificación de pago engañoso, que aumenta el riesgo de suplantación de identidad y estafas. La crítica se centra en los distintivos de «check azul», disponibles mediante suscripción, que podrían inducir a error a los usuarios, al no representar necesariamente una autenticidad verificada por la plataforma.
La transparencia publicitaria, otro punto de fricción
La otra gran falta identificada tiene que ver con el repositorio de anuncios de la plataforma. Según las autoridades europeas, X no está cumpliendo con los requisitos de transparencia y accesibilidad exigidos por la DSA. Esto impide a los usuarios y reguladores acceder a información clara sobre quién está pagando por qué tipo de contenido, algo crucial para garantizar un entorno digital seguro y equitativo.
X dispone ahora de 60 días para responder sobre el sistema de verificación y 90 días respecto a la transparencia publicitaria, o podría enfrentarse a nuevas sanciones.
Elon Musk reacciona con desdén y crítica política
El propietario de X, Elon Musk, no tardó en reaccionar a la multa, calificándola como «basura» y cuestionando la legitimidad de la Unión Europea con publicaciones provocadoras como «¿Cuánto falta para que desaparezca la UE?» acompañada del hashtag #AbolishTheEU. Este tono desafiante ha sido una constante en su gestión de la plataforma, caracterizada por una visión radical de la libertad de expresión y una resistencia frecuente a la regulación externa.
La Comisión Europea, penalizada en X
Tras la sancón, la tensión subió de nivel cuando X desactivó la cuenta publicitaria de la Comisión Europea. Nikita Bier, jefe de producto de la plataforma, afirmó que el motivo no fue la multa en sí, sino un supuesto uso indebido de una funcionalidad del sistema publicitario.
Según Bier, la Comisión habría aprovechado un fallo en la herramienta «Ad Composer» para insertar enlaces que parecían videos, con el objetivo de aumentar artificialmente el alcance de una publicación. Se trataba justamente del post donde la Comisión anunciaba la multa. Desde X, alegan que esto viola las normas de uso, y por eso se habría tomado la decisión de cerrar la cuenta publicitaria del organismo.
Un cruce de acusaciones técnicas y políticas
La Comisión, por su parte, responde que utilizó las herramientas oficiales disponibles, y que su actuación fue totalmente de buena fe. Recuerda además que la institución había suspendido ya desde octubre de 2023 la publicidad pagada en X, lo que desdibuja la narrativa de que se esté abusando del sistema.
Este intercambio pone de manifiesto la creciente tensión entre las grandes tecnológicas y los organismos reguladores. Mientras X defiende su derecho a aplicar sus normas de forma uniforme, la Comisión insiste en que las plataformas deben operar dentro del marco legal europeo, especialmente cuando sus servicios afectan a millones de ciudadanos.
El trasfondo del conflicto: libertad vs. regulación
Lo que ocurre con X y la DSA va más allá de una simple multa. Está en juego la forma en que se equilibra la libertad de expresión con la protección del usuario y la transparencia. Musk ha convertido X en un laboratorio de su ideología, donde prima la no intervención y el control mínimo, mientras que la UE avanza en su intento de establecer reglas claras para el espacio digital.
Esta colisión de visiones genera escenarios inéditos, como el hecho de que una plataforma sancione a un organismo oficial por una supuesta infracción técnica, justo tras recibir una multa por incumplimiento legal. Es como si un conductor multado por exceso de velocidad decidiera cerrar el acceso a su coche al agente de tráfico, alegando mal uso del freno de mano.
Qué puede pasar a partir de ahora
Si X no corrige los problemas identificados, la Comisión podría imponer sanciones adicionales o incluso restringir ciertas funcionalidades de la plataforma en Europa. Esto podría abrir un precedente relevante para otras empresas tecnológicas que operan en la región.
El caso también podría afectar la percepción de usuarios y anunciantes. Las marcas, cada vez más sensibles a los entornos donde se publicitan, podrían considerar riesgos reputacionales al mantener presencia en una red social en permanente conflicto con los reguladores.
Mientras tanto, el enfoque combativo de X sugiere que no habrá una resolución amistosa a corto plazo. La próxima respuesta de la compañía a los requerimientos de la DSA podría definir no solo su futuro en Europa, sino también el alcance efectivo de la nueva legislación digital del bloque.
