Las anémonas de mar, a pesar de su apariencia alienígena y su vida estacionaria bajo el agua, acaban de ofrecer una pista clave sobre los orígenes de la organización del cuerpo humano. Un equipo de científicos de la Universidad de Viena ha descubierto que estas criaturas marinas comparten un mecanismo genético fundamental con los seres humanos y muchos otros animales. Este hallazgo podría reescribir parte de la historia evolutiva de los animales.
Bilaterales vs radiales: una cuestión de simetría
Imagina que diseñas un cuerpo desde cero. Puedes optar por que sea simétrico a lo largo de un solo eje –como si lo dividieras por la mitad, obteniendo dos partes iguales– o que tenga simetría radial, como una pizza con porciones iguales alrededor del centro.
Los humanos, al igual que insectos, aves, peces y mamíferos, seguimos el patrón bilateral, que nos da un frente y un reverso, una izquierda y una derecha. Las medusas, corales y anémonas marinas, del filo cnidaria, suelen organizarse con simetría radial, sin una clara parte delantera o trasera.
Sin embargo, esta clasificación empieza a tambalearse cuando observamos a ciertas anémonas, como la especie Nematostella vectensis, que muestra una organización bilateral sorprendente durante su desarrollo embrionario.
El papel de las proteínas BMP y chordin
Durante el desarrollo de un embrión, las células necesitan saber dónde están y en qué deben convertirse. Esta información espacial se transmite mediante gradientes de proteínas, algo así como mapas moleculares que indican: «aquí formarás la cabeza, aquí el abdomen».
Una de estas proteínas clave es la BMP (proteína morfogénica ósea). En animales bilaterales, como ranas y moscas, otra proteína llamada chordin se encarga de mover la BMP para crear un gradiente adecuado. Es como si chordin fuera una carretilla que distribuye la BMP por el «terreno» del embrión, marcando las zonas donde deben formarse distintos tejidos.
Lo sorprendente es que este mismo mecanismo también está presente en la anémona Nematostella vectensis. El estudio muestra que las anémonas también usan la proteína chordin para modelar el cuerpo durante el desarrollo embrionario. Es decir, esta herramienta molecular no es exclusiva de los animales bilaterales.
Una historia evolutiva mucho más antigua
Este hallazgo sugiere que el mecanismo de distribución de BMP mediante chordin es mucho más antiguo de lo que se pensaba. En lugar de ser una innovación de los animales con simetría bilateral, parece que ya existía antes de que los caminos evolutivos de cnidarios y bilaterales se separaran, hace más de 600 millones de años.
Según David Mörsdorf, primer autor del estudio, esto cambia la forma en que entendemos el origen de los planos corporales: «El hecho de que tanto bilaterales como anémonas usen el transporte de BMP para definir sus ejes corporales nos indica que este mecanismo es increíblemente antiguo«.
Por qué importa este descubrimiento
Este tipo de investigaciones no solo amplían nuestro conocimiento sobre la evolución, sino que también aportan información valiosa para la biología del desarrollo, la medicina regenerativa y la ingeniería de tejidos. Entender los mecanismos comunes entre especies tan distintas podría ayudar a desarrollar técnicas para regenerar órganos o corregir defectos congénitos.
Es como encontrar en el álbum familiar una fotografía antigua en la que aparece un rasgo físico que aún conservas: un mechón de pelo, la forma de la nariz, una postura al caminar. Solo que en este caso, la «foto» tiene cientos de millones de años y sugiere que compartimos un plano corporal ancestral con criaturas marinas que parecen de otro planeta.
Las anémonas, maestras en esconder secretos
Este descubrimiento también pone de relieve cuán importante es estudiar especies que a menudo pasamos por alto. Las anémonas de mar, al ser sencillas y aparentemente primitivas, nos resultan extrañas. Pero en su simplicidad aparente, esconden las pistas para entender cómo los animales complejos llegaron a ser como son.
Gracias a estas investigaciones, hoy sabemos que nuestros cuerpos tienen algo en común con estas criaturas translúcidas y silenciosas que viven ancladas en el fondo marino.