Durante décadas, la imagen popular de los dinosaurios rápidos y feroces, como el Velociraptor, ha dominado tanto las pantallas de cine como los libros de paleontología. Sin embargo, una investigación reciente pone en duda estas estimaciones de velocidad, sugiriendo que podrían haber sido hasta cuatro veces más lentos de lo que se creía. Este hallazgo no solo cambia lo que pensábamos sobre su locomoción, sino también sobre su comportamiento.
Un problema con las huellas del pasado
Desde los años 70, los científicos han utilizado una famosa fórmula de velocidad basada en huellas fosilizadas, desarrollada por R. McNeill Alexander. Esta ecuación relaciona la longitud del paso y la altura de la cadera del animal para estimar qué tan rápido se movía. Aunque fue una herramienta pionera, parte de su base se construyó a partir de datos de mamíferos modernos, no de dinosaurios ni de aves, sus parientes actuales más cercanos.
La nueva investigación de la Liverpool John Moores University destaca una omisión clave: el tipo de suelo sobre el que caminaban estos animales. Las huellas fosilizadas provienen de superficies blandas, como barro o limo, que deforman los pasos y dan la falsa impresión de que el animal tenía una zancada más larga de lo real. Al aplicar la fórmula de Alexander sobre estos rastros deformados, se sobreestima la velocidad.
Cobayas emplumadas: el papel de las gallinas de Guinea
Para validar esta hipótesis, el equipo de investigación estudió a las gallinas de Guinea (Numida meleagris), aves que caminan y corren sobre dos patas, y cuya anatomía recuerda a pequeños dinosaurios terópodos como el Velociraptor. Usaron cámaras de alta velocidad para registrar su movimiento sobre diferentes tipos de barro.
Analizaron las huellas digitales generadas por las aves y las compararon con las predicciones de la ecuación de Alexander. El resultado fue revelador: ninguna de las estimaciones coincidió con la velocidad real. En algunos casos, una gallina que avanzaba lentamente aparecía, según la fórmula, como si trotase. Al extrapolar este error a los dinosaurios, la sobreestimación de la velocidad podría ser hasta de 4,7 veces.
Reinterpretando el comportamiento de los dinosaurios
Este hallazgo obliga a los paleontólogos a revisar cómo interpretan las conductas de los dinosaurios. Por ejemplo, una serie de huellas que antes se pensaba que mostraban a un depredador persiguiendo a su presa, podría ser simplemente un paseo tranquilo por un terreno fangoso. También podría implicar que animales como el Tyrannosaurus rex, lejos de correr a 27 km/h, preferían un paso más pausado.
Un ejemplo cotidiano podría ayudar a visualizar esto: imagina que caminas por una playa de arena húmeda. Tus pisadas se alargan y deforman. Si alguien viera solo tus huellas, podría pensar que ibas corriendo, cuando en realidad solo paseabas. Algo similar podría estar ocurriendo con los rastros de los dinosaurios.
Límites del modelo y nuevas rutas para la ciencia
A pesar de lo revelador del estudio, los investigadores son prudentes. Admiten que usar aves modernas como modelo tiene limitaciones, especialmente al comparar con dinosaurios mucho más grandes. El efecto del barro en las huellas de un animal de 60 kilos no es igual al que tendría sobre uno de varias toneladas. Además, algunas huellas fosilizadas provienen de sustratos más firmes, como arena compactada, donde los errores podrían ser menores.
Por ello, los autores no proponen una nueva ecuación que sustituya a la de Alexander. Más bien, sugieren que las velocidades estimadas a partir de huellas deben usarse con cautela y en términos generales, no como cifras precisas.
Implicaciones para futuros estudios
Este estudio invita a una revisión amplia de muchos análisis paleontológicos previos. Hasta ahora, la reconstrucción del comportamiento de los dinosaurios se ha apoyado mucho en la velocidad inferida por huellas. Si esas cifras están distorsionadas, también lo estarían las conclusiones sobre estrategias de caza, migraciones o incluso jerarquías sociales.
La ciencia, como el fango que analizaban las aves, es maleable. Cambia con cada nuevo hallazgo. Aunque este estudio no descarta que algunos dinosaurios pudieran correr, recuerda que la evidencia fosilizada es solo una pieza del rompecabezas, y que muchas de nuestras suposiciones deben revisarse a la luz de nuevos datos.