Google lidera la IA, y ahora es difícil alcanzarle

Publicado el

Ilustración surrealista y minimalista en fondo blanco que representa el liderazgo de Google en inteligencia artificial a través de su modelo Gemini. La figura humana futurista simboliza la estrategia tecnológica de la empresa frente a sus competidores.

Durante años, Google ha sido como ese estudiante brillante que saca buenas notas en todo, pero que nunca levanta la mano en clase. Su trabajo en inteligencia artificial ha estado a la vanguardia desde el principio: inventaron los transformers, sentaron las bases para los modelos de lenguaje actuales y desarrollaron algunos de los laboratorios más prestigiosos del sector. Pero cuando llegó ChatGPT, el protagonismo cambió de manos.

La situación ha dado un giro. En 2025, Google ha vuelto a tomar impulso, y esta vez viene preparado para ganar. No solo en lo técnico, sino también en la carrera por captar la atención del mundo. Aunque en esto último aún tiene camino por recorrer.

¿Cómo se quedó Google atrás?

Cuando OpenAI lanzó ChatGPT a finales de 2022, Google ya tenía en marcha proyectos similares, como LaMDA, un modelo conversacional potente. Pero decidió no lanzarlo por temor a dañar su negocio principal: la publicidad en el buscador. Esa prudencia le salió cara. OpenAI aprovechó el momento y Google quedó rezagado, obligado a responder con Bard, un lanzamiento precipitado y lleno de errores.

Gemini 2.5 Pro: el nuevo estandarte

Hoy, el panorama ha cambiado drásticamente. El nuevo modelo Gemini 2.5 Pro, desarrollado por DeepMind (filial de Google), ha demostrado ser superior a GPT-4 en varios aspectos: precisión, velocidad, coste y capacidad para procesar enormes cantidades de información (hasta un millón de tokens de contexto).

En términos prácticos, eso significa que Gemini 2.5 puede analizar documentos extensos, mantener conversaciones complejas sin perder el hilo y ofrecer resultados más rápidos y baratos. Todo esto, sin perder calidad.

Google también ha lanzado Gemini 2.5 Flash, una versión más ligera y optimizada para móviles, ideal para tareas rápidas y eficientes.

Un arsenal de modelos para cada necesidad

Más allá de Gemini, Google ha construido un ecosistema completo de modelos especializados:

  • Imagen 3, para generación de imágenes con un nivel de realismo impresionante.
  • Veo 2, su modelo de vídeo, que supera en estabilidad y coherencia a propuestas como Sora de OpenAI.
  • Lyria, orientado a crear música con calidad profesional a partir de texto.
  • Chirp 3, para síntesis de voz y transcripción, capaz de generar voces naturales con matices emocionales.
  • Gemma 3, su apuesta open source, pensada para competir con LLaMA o Mistral.

Cada uno de estos modelos está afinado para tareas específicas, y todos juntos construyen una red de capacidades que cubren texto, imagen, audio, código y más.

Agentes inteligentes y autonomía total

Google no se ha limitado a modelos individuales. Está desarrollando agentes que pueden actuar por sí solos en entornos complejos: desde asistentes personales en realidad aumentada (Project Astra) hasta navegadores autónomos (Project Mariner) capaces de recorrer internet de forma inteligente. También promueve estándares para que distintos agentes puedan colaborar entre sí, como Agent2Agent o el Model Context Protocol.

Y aquí entra otro factor clave: Google no solo diseña software, también fabrica su propio hardware. A diferencia de OpenAI, que depende de Microsoft y sus chips, Google utiliza sus propios TPU (Tensor Processing Units), lo que le permite entrenar modelos más rápido y con menos costes.

En un mundo donde el mayor cuello de botella en IA es el acceso a GPUs, esta autonomía es un superpoder silencioso.

¿Y entonces, por qué no arrasa?

A pesar de este despliegue técnico, Google sigue sin ganarse el corazón del público. Cada avance queda eclipsado por las campañas de marketing de OpenAI. Mientras Gemini se integra gratis en Gmail, YouTube o Android, la atención se la lleva ChatGPT generando imágenes al estilo Studio Ghibli.

El problema no es la tecnología, sino el relato. OpenAI ha creado una marca aspiracional. ChatGPT no es solo una herramienta, es una experiencia. Google, en cambio, aún transmite la imagen de una caja de herramientas útil, pero poco emocionante.

Incluso cuando lanza productos innovadores como NotebookLM, que transforma textos en podcasts con voz natural, pasa desapercibido, a pesar del respaldo de figuras como Andrej Karpathy, exdirectivo de Tesla y cofundador de OpenAI.

La estrategia silenciosa del talento

Google también ha entendido que esta es una batalla por personas, no solo por modelos. Muchos de los grandes nombres detrás del auge de la IA trabajaron primero en Google. Y para evitar que más se marchen, la compañía ha comenzado a retener talento clave sin asignación específica, solo para que no se vayan con la competencia.

Es una jugada estratégica: mantener a los mejores cerebros, aunque no trabajen en un proyecto inmediato, puede marcar la diferencia en el largo plazo.

Cerrando la investigación: un cambio de paradigma

Durante años, Google compartía sus descubrimientos con la comunidad científica. Publicó el paper de los transformers en 2017, por ejemplo. Pero esa etapa ha terminado. Ahora limita los papers y restringe el acceso a sus modelos.

¿Por qué? Porque ser el primero ya no basta. Hoy, cada avance compartido puede ser aprovechado por rivales. Google quiere liderar, sí, pero también proteger su trabajo del aprovechamiento ajeno.

Su mayor carta: la integración masiva

La ventaja definitiva de Google está en su ecosistema de usuarios. Con más de siete productos con más de 2.000 millones de usuarios cada uno (Gmail, Android, Chrome, Maps, YouTube…), tiene un canal directo para llevar sus avances en IA a miles de millones de personas sin esfuerzo adicional.

Además, controla toda la cadena: software, hardware, servicios en la nube (Google Cloud), incluso dispositivos físicos como los Pixel. Ningún otro actor tiene esa capacidad de integración vertical.

También pisa fuerte en el open source

Google no ha ignorado el auge de los modelos de código abierto. Con Gemma, se mete de lleno en esa batalla. Y lo hace bien: sus modelos compiten de tú a tú con los mejores, con el extra de estar diseñados para integrarse con herramientas como Colab o Vertex AI.

Esto le permite atraer a comunidades de desarrolladores que quieren personalizar sus propias soluciones, sin depender de servicios cerrados.

En resumen, Google ha salido de su letargo con una estrategia sólida, ambiciosa y bien ejecutada. Tiene los modelos, el hardware, los usuarios y el talento. Lo que le falta no es innovación, sino conectar emocionalmente con la audiencia. Si logra comunicar con la misma eficacia con la que desarrolla tecnología, podría recuperar el lugar que muchos siempre creyeron que le correspondía.