¿Te imaginas tocar un objeto que no existe realmente? No hablamos de ciencia ficción ni de una escena sacada de una película futurista, sino de un avance tecnológico que ya es una realidad. Un equipo de investigadores en España ha desarrollado un sistema que permite interactuar con hologramas tridimensionales usando solo tus manos, sin necesidad de gafas, mandos o guantes especiales.
Este invento, bautizado como FlexiVol, abre nuevas posibilidades para las pantallas volumétricas, una tecnología que va más allá de los hologramas convencionales. En lugar de ser solo una ilusión visual, estas imágenes flotantes pueden ahora responder al tacto y al movimiento humano de forma natural.
¿Qué es una pantalla volumétrica?
Antes de entrar en detalles, vale la pena aclarar algo: lo que muchas veces llamamos hologramas, en realidad son pantallas volumétricas. Aunque ambos conceptos intentan ofrecer imágenes en 3D, la diferencia clave está en cómo se perciben.
Un holograma tradicional solo puede verse correctamente desde ciertos ángulos, y si te mueves demasiado, la ilusión desaparece. En cambio, las pantallas volumétricas generan imágenes que se pueden observar desde múltiples puntos de vista, dándoles una sensación más realista y envolvente. Son como una escultura hecha de luz.
Hasta ahora, estas pantallas eran como vitrinas: podías mirar, pero no tocar. FlexiVol viene a cambiar eso.
La clave: un “difusor elástico” que puedes atravesar
El equipo liderado por Asier Marzo y Elodie Bouzbib, de la Universidad Pública de Navarra (UPNA), diseñó un sistema que reemplaza los materiales rígidos típicos de estas pantallas por un conjunto de bandas elásticas cuidadosamente seleccionadas.
Imagina una especie de cortina de gomas que vibran muy rápido, mientras un proyector lanza imágenes sobre ellas. Gracias a este movimiento coordinado —a más de 2.800 veces por segundo—, se genera una imagen tridimensional flotante que puedes ver… y también tocar.
Las bandas están dispuestas en tiras paralelas, dejando pequeños huecos entre ellas. Estos huecos permiten que metas la mano para interactuar con los objetos proyectados, mientras las bandas se adaptan al contacto sin deformarse de forma permanente.
Fue necesario probar varios materiales antes de dar con el ideal: algo que fuera flexible, pero no demasiado blando, y que no reflejara demasiada luz. Por ejemplo, el silicón común resultó inadecuado por producir reflejos excesivos que dañaban la calidad visual.
¿Cómo se interactúa con estas imágenes?
El sistema aprovecha los gestos táctiles intuitivos que ya usamos todos los días en nuestros teléfonos o tabletas: hacer zoom con los dedos, deslizar para cambiar de vista o pinchar para seleccionar. Incluso permite hacer una caminata digital con solo mover dos dedos como si fueran piernas, una función que recuerda a esos monigotes de palo que hacíamos caminar en el escritorio de niños.
La idea es que no necesites aprender un nuevo lenguaje o usar dispositivos especiales para interactuar con el contenido: simplemente usas tus manos, como lo harías con un objeto real.
¿Para qué sirve esta tecnología?
Aunque FlexiVol aún es un prototipo y su desarrollo continúa, las aplicaciones potenciales son enormes. Aquí algunas ideas:
Museos interactivos: los visitantes podrían tocar réplicas de artefactos históricos sin dañarlos.
Educación científica: estudiantes de medicina, biología o ingeniería podrían explorar modelos 3D complejos de forma tangible.
Telepresencia: imaginar reunirse con alguien a distancia y “tocar” objetos o señales durante la conversación.
Diseño industrial y arquitectura: manipular maquetas virtuales con precisión manual.
Entretenimiento y videojuegos: una experiencia sin mandos que combine lo físico y lo digital.
Además, al no requerir gafas ni cascos de realidad virtual, este tipo de tecnología es más accesible, especialmente en entornos donde se valora el contacto compartido, como aulas, centros culturales o espacios colaborativos.
Más allá de la pantalla: experiencias compartidas
Uno de los aspectos más llamativos del proyecto es que varias personas pueden interactuar con los objetos al mismo tiempo, algo que no es posible con la mayoría de los sistemas actuales de realidad aumentada o virtual. Esto convierte a FlexiVol en una herramienta social, que fomenta el intercambio y la exploración conjunta.
Es como tener una especie de “mesa mágica” donde las ideas pueden representarse en 3D y transformarse con solo tocarlas. Ideal para exposiciones, reuniones creativas o experiencias educativas colectivas.
El proyecto será presentado oficialmente en la conferencia CHI 2025 en Japón, un evento de referencia en el mundo de la interacción humano-computadora. Aunque el estudio aún no ha pasado por revisión científica formal (lo que se conoce como peer-review), su enfoque innovador ya ha generado mucho interés.
Como toda tecnología emergente, queda camino por recorrer antes de que FlexiVol llegue a nuestros hogares o espacios públicos. Pero su promesa es clara: ofrecer una forma natural, táctil y compartida de interactuar con lo digital.
No estamos hablando solo de ver más allá de una pantalla, sino de sentir lo intangible, como si las ideas pudieran materializarse en el aire y responder a nuestros movimientos.
Un avance que, sin duda, está dando forma a cómo nos relacionaremos con la información y el contenido visual en el futuro cercano.