Las imágenes generadas por IA han evolucionado rápidamente. Lo que antes eran figuras deformes y colores aleatorios, hoy pueden parecer obras de arte salidas directamente de una película de animación japonesa. ¿El culpable? ChatGPT y su nueva función de generación de imágenes, impulsada por GPT-4o, que ha despertado una ola de entusiasmo (y controversia) al permitir crear ilustraciones con el inconfundible estilo de Studio Ghibli.
Desde WWWhatsnew.com hemos seguido de cerca este fenómeno, y creemos que más allá de la diversión estética, este asunto abre un debate mucho más profundo: ¿dónde está el límite entre la inspiración artística y la apropiación? Vamos por partes.
De selfies a arte Ghibli: el inicio del fenómeno
Todo comenzó con algo bastante inocente. Usuarios comenzaron a subir sus fotos —con sus parejas, mascotas o ellos mismos— para obtener una versión “Ghibli-ficada” de sus imágenes. El resultado es encantador: colores suaves, miradas expresivas, escenarios oníricos… como si todos viviéramos en un universo diseñado por Hayao Miyazaki.
Es fácil entender el encanto. El estilo Ghibli se ha convertido en un símbolo de calma visual, igual que la popular “Lofi girl” que estudia frente a su ventana. Ahora, cualquier persona puede verse como un personaje de «Mi vecino Totoro» o «El viaje de Chihiro», en segundos y sin saber dibujar.
Pero internet es internet: lo adorable se volvió extraño
Como suele ocurrir en las redes, la tendencia rápidamente dio un giro hacia lo surrealista. La herramienta empezó a utilizarse para transformar no solo fotos personales, sino también momentos históricos y figuras públicas. ¿El resultado? Imágenes de los atentados del 11 de septiembre en estilo Ghibli, o de John F. Kennedy durante su asesinato con estética de cuento de hadas.
Y ahí empezó el debate.
No faltaron recreaciones absurdas: el CEO de Nvidia firmando un pecho con brillo pastel, Donald Trump posando como si estuviera en un anime escolar, o incluso representaciones estilo Ghibli de Sam Altman, CEO de OpenAI, declarando ante el Congreso. Altman, por cierto, no solo lo tomó con humor, sino que llegó a cambiar su foto de perfil por una versión anime de sí mismo y alentó a otros a hacer lo mismo.
¿Qué dicen las reglas de OpenAI?
Según OpenAI, las imágenes generadas por ChatGPT no pueden imitar el estilo de artistas vivos. Sin embargo, esto aplica a nombres individuales, no a estudios completos como Ghibli. Lo cual es un punto curioso, porque Hayao Miyazaki sigue vivo, pero el estilo de su estudio sí está disponible.
En palabras de una portavoz de la empresa: “Permitimos estilos más amplios de estudios, lo que ha dado lugar a creaciones originales verdaderamente inspiradas”. También añaden que generar imágenes violentas en contextos artísticos o ficticios se permite, siempre que se respeten las políticas de uso.
Eso sí, OpenAI advierte que los usuarios deben tener los derechos sobre el material que suben. En otras palabras, puedes transformar tu selfie en anime, pero no una foto de un político famoso sin permiso. Aun así, los atajos existen. Basta con describir al personaje de forma indirecta y la IA se las arregla para crear una imagen sorprendentemente parecida.
Desde WWWhatsnew.com, creemos que estas “puertas traseras” son uno de los grandes problemas actuales del uso de IA: cuando las normas no se pueden hacer cumplir de forma técnica, se vuelven simbólicas.
Los artistas hablan (y no están contentos)
No todo es diversión. Miyazaki ha dejado clara su postura sobre la IA desde hace años. En 2016, cuando le mostraron un clip generado por deep learning, su respuesta fue tajante: “Estoy completamente disgustado. Esto es un insulto a la vida misma”. Un rechazo frontal a la idea de que una máquina pueda capturar lo que él considera profundamente humano.
Y sin embargo, en internet, ya circulan versiones Ghibli de… el propio Miyazaki.
Esto nos lleva a una pregunta que muchos artistas y creadores se hacen: ¿de dónde viene el estilo que imita la IA? OpenAI no ha sido del todo transparente sobre los datos con los que entrenó sus modelos, lo cual ha provocado demandas por parte de escritores, medios y figuras públicas que sospechan que su trabajo fue utilizado sin autorización.
Libertad creativa vs derechos de autor: la delgada línea
Una de las afirmaciones más repetidas por las empresas de IA es que los contenidos generados son “transformativos”, es decir, no son copias sino reinterpretaciones. Pero ¿qué pasa cuando una reinterpretación es tan parecida a la original que cuesta distinguirla?
Ya hay un sitio web recopilando estas imágenes virales. Algunas son fan art simpáticos; otras, reconstrucciones éticamente cuestionables. Y mientras tanto, personajes como los de Rick & Morty, The Simpsons o Wallace & Gromit también están siendo replicados por ChatGPT.
OpenAI asegura que los usuarios son los propietarios de las imágenes que generan, dentro de los límites legales. Pero eso no ha frenado las polémicas.
¿Qué nos dice todo esto sobre el futuro del arte?
Desde WWWhatsnew.com pensamos que la creatividad está entrando en una etapa compleja. Por un lado, la IA permite que millones de personas creen imágenes increíbles sin conocimientos técnicos. Es una democratización del arte que puede ser maravillosa. Pero, por otro lado, plantea dilemas profundos sobre propiedad intelectual, derechos de imagen y ética creativa.
Es como si de pronto todo el mundo tuviera un pincel mágico, pero sin instrucciones claras sobre cuándo se puede usar y cuándo no.
El estilo Ghibli, por su belleza y carga emocional, ha sido una puerta de entrada al juego visual con IA. Pero también es un ejemplo de cómo incluso las intenciones más inocentes pueden desbordarse y convertirse en un campo de batalla cultural.
Yo creo que aún estamos lejos de tener respuestas definitivas. Pero sí sabemos una cosa: la conversación apenas comienza.