La industria de las telecomunicaciones ha avanzado a un ritmo vertiginoso en las últimas décadas, impulsada por la premisa de que la demanda de ancho de banda crecerá indefinidamente. Sin embargo, recientes estudios muestran que el crecimiento del tráfico de datos, tanto en redes móviles como terrestres, está desacelerándose. Esto plantea una pregunta fundamental: ¿realmente necesitamos 6G?
La paradoja del ancho de banda
Desde la llegada de la telefonía móvil digital con 2G, cada nueva generación ha traído avances significativos: 3G mejoró la transferencia de datos, 4G trajo la era del streaming y las aplicaciones móviles avanzadas, y 5G prometió ultra baja latencia y velocidades masivas. No obstante, los datos recientes indican que el uso real del ancho de banda por parte del consumidor promedio está alcanzando un punto de saturación.
Hoy en día, un usuario típico de 5G puede alcanzar velocidades de descarga de hasta 500 Mbps, mientras que las proyecciones de 6G apuntan a cifras de 100 Gbps o más. Sin embargo, la mayoría de las aplicaciones móviles no requieren más de 15 a 20 Mbps, y el uso conjunto de múltiples dispositivos en un hogar difícilmente supera 1 Gbps.
¿Se justifica la inversión en 6G?
Los operadores de telecomunicaciones y fabricantes de hardware continúan desarrollando tecnologías para ampliar el ancho de banda, bajo la idea de que los usuarios consumirán todo lo que se les ofrezca. Sin embargo, al igual que ocurrió con la aviación comercial, que no avanzó más allá de los 900 km/h tras el fracaso del Concorde, la evolución en telecomunicaciones podría haber alcanzado su límite práctico.
La experiencia con 5G ya ha mostrado signos de este fenómeno: aunque 5G es de 1.4 a 14 veces más rápido que 4G, la diferencia en la experiencia del usuario promedio es mínima. Muchas personas no perciben un beneficio tangible al cambiar a una red más rápida, salvo en casos específicos como videojuegos en la nube o transmisiones en ultra alta definición.
Casos de uso que podrían necesitar más ancho de banda
Si bien no se puede descartar por completo la necesidad de mayores velocidades en el futuro, actualmente no existen tecnologías de consumo masivo que requieran varios gigabits por segundo. Algunas de las más prometedoras incluyen:
- Realidad aumentada y virtual: Aunque la experiencia inmersiva podría beneficiarse de mayores velocidades, la mayoría de estos sistemas funcionan bien con 100-500 Mbps.
- Internet de las cosas (IoT): La mayoría de los dispositivos IoT consumen cantidades mínimas de datos, y su crecimiento no necesariamente implica mayor necesidad de ancho de banda.
- Coches autónomos: La mayoría de los sistemas actuales están diseñados para operar sin dependencia de la conectividad constante, eliminando la necesidad de redes ultrarrápidas.
- Metaverso: Aunque se ha hablado de un mundo digital inmersivo que podría consumir hasta 5 Gbps, la tecnología aún está lejos de justificar una infraestructura 6G masiva.
¿Hacia dónde debería enfocarse la industria?
Si la demanda de ancho de banda se ha estancado, las empresas de telecomunicaciones deberán reevaluar sus prioridades. En lugar de enfocarse únicamente en aumentar la velocidad, podrían dirigir esfuerzos hacia:
- Ampliar la cobertura en áreas rurales y comunidades sin acceso confiable.
- Mejorar la calidad y confiabilidad de las redes actuales, reduciendo costos y aumentando la eficiencia.
- Desarrollar soluciones para una conectividad más sostenible y ecológica, reduciendo el impacto ambiental de la infraestructura de telecomunicaciones.
Un futuro donde 6G no sea prioridad
Desde WWWhatsnew, creemos que es necesario replantear la obsesión por el crecimiento del ancho de banda y enfocarse en hacer más accesibles y eficientes las redes actuales. La historia muestra que no siempre es necesario seguir expandiendo la capacidad de una tecnología cuando el uso real no lo demanda.
Las telecomunicaciones podrían estar entrando en una nueva etapa, donde el objetivo ya no sea ofrecer velocidades inimaginables, sino garantizar una conectividad sólida, accesible y bien distribuida. Tal vez el futuro de la industria no está en 6G, sino en mejorar y optimizar lo que ya tenemos.