Natalya Shelburne – Creatividad en la era de la IA, el papel del artista en tiempos de cambio tecnológico

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En la conferencia Upscale Conf 2024, celebrada en Málaga, Natalya Shelburne, directora de  Primer Design en GitHub, compartió su visión sobre el papel del artista y la creatividad en una era dominada por la inteligencia artificial. Su charla, titulada «The Artist in the AI Age», fue un llamado a reconocer la capacidad humana para adaptarse y desafiar el status quo, incluso en tiempos de cambio acelerado. En un mundo cada vez más definido por algoritmos, Shelburne argumenta que debemos preservar nuestra habilidad innata para ser creativos, curiosos y reflexivos.

En un contexto donde la tecnología avanza a pasos agigantados, Shelburne subrayó la importancia de recordar que los artistas y los creativos siempre han tenido un papel crucial en la traducción de los cambios tecnológicos en algo significativo para la sociedad. El reto de esta era no es simplemente adaptarse, sino aprender a utilizar estas herramientas tecnológicas como aliadas que potencian nuestra capacidad creativa. De esta manera, podemos asegurarnos de que la creatividad humana no quede relegada a un segundo plano, sino que continúe siendo el motor que define y moldea el uso de la tecnología.

Creatividad como práctica, no como talento innato

Shelburne comenzó explicando cómo su percepción sobre la creatividad cambió drásticamente a lo largo de su carrera. Durante sus estudios universitarios en arte y psicología, pensaba que la creatividad era un don, algo con lo que uno nacía. Sin embargo, aprendió que, lejos de ser un talento estático, la creatividad es una práctica que se puede cultivar. Siguiendo la teoría de Sternberg, Shelburne destacó que los individuos creativos son aquellos que encuentran problemas donde otros no los ven, desafían las normas y son resilientes.

En su papel como líder de equipo, Shelburne aplica este enfoque, alentando a sus colaboradores a desafiar las reglas establecidas y a adoptar una actitud de cuestionamiento constante. Argumentó que la creatividad no es exclusiva del arte; puede encontrarse y desarrollarse en cualquier disciplina, incluso en el diseño de sistemas tecnológicos. En este sentido, hizo un llamado a todos los presentes a utilizar la tecnología para inspirar y construir, no solo para optimizar y automatizar procesos. La capacidad de ver más allá de la utilidad inmediata de la tecnología y de imaginar nuevos usos y aplicaciones es lo que permitirá a los creativos marcar la diferencia.

Shelburne también habló sobre el proceso de cultivar la creatividad como una práctica diaria. No se trata de esperar a que llegue la inspiración, sino de hacer del acto creativo un hábito constante, trabajando y enfrentando los retos que surgen en el camino. Esto significa desafiar nuestras propias ideas preconcebidas, aceptar el fracaso como parte del proceso y estar dispuestos a aprender de cada experiencia. De esta manera, podemos expandir nuestro potencial creativo y contribuir de una manera más significativa al desarrollo de nuevas ideas y proyectos.

Cuestionar todo: El poder de la curiosidad

Uno de los temas centrales de la charla fue la importancia de cuestionar. Shelburne compartió una anécdota sobre el «efecto Pigmalión», que demuestra cómo las expectativas pueden moldear la realidad. En un experimento, a un grupo de profesores se les dio una lista con nombres de estudiantes «altamente prometedores» (seleccionados al azar). Al cabo de un año, esos estudiantes mostraron un desempeño sobresaliente, todo gracias a las expectativas elevadas que los profesores habían depositado en ellos, aunque sin saber que esos nombres no fueron seleccionados por un mérito real. Para Shelburne, esto evidencia cómo nuestras expectativas, tanto positivas como negativas, pueden influir enormemente en lo que logramos.

En la era de la inteligencia artificial, señaló Shelburne, también debemos cuestionar el papel que juegan los algoritmos en nuestras vidas. ¿Qué pasa si la IA no cree en nuestro potencial? Al depender cada vez más de algoritmos que nos ofrecen contenidos personalizados y recomendaciones, corremos el riesgo de dejar que la tecnología defina nuestras capacidades y aspiraciones. Shelburne invitó a los asistentes a no aceptar las recomendaciones algorítmicas sin más, sino a interrogarse sobre cómo y por qué se nos presentan ciertas opciones. Cuestionar estos aspectos es esencial para mantener nuestra autonomía y creatividad en un entorno cada vez más automatizado.

La curiosidad, según Shelburne, es una de las habilidades más valiosas que podemos cultivar en un mundo lleno de respuestas rápidas y accesibles. Los algoritmos pueden mostrarnos lo que creen que queremos, pero nuestra capacidad de desafiar esas suposiciones, de hacer preguntas y de buscar respuestas fuera de lo obvio, es lo que nos hace verdaderamente humanos. La curiosidad no solo nos lleva a explorar más allá de los límites establecidos, sino que nos permite descubrir nuevas perspectivas y oportunidades que la tecnología por sí sola no podría ofrecernos.

La importancia del aburrimiento en la creatividad

Shelburne resaltó que la creatividad también necesita tiempo y espacio para desarrollarse. En un mundo saturado de estímulos, donde la tecnología nos proporciona constantemente distracciones, estamos perdiendo la capacidad de aburrirnos, una condición esencial para el desarrollo de la imaginación. La autora advirtió que debemos ser conscientes del impacto que tiene el exceso de entretenimiento en los jóvenes, y cómo esta falta de espacio para la introspección puede limitar el potencial creativo de las nuevas generaciones.

El aburrimiento, destacó Shelburne, es fundamental porque nos obliga a buscar nuevas maneras de llenar el vacío. Cuando no tenemos una pantalla que mirar, nuestra mente comienza a vagar, a conectar ideas y a explorar territorios desconocidos. Este proceso de deambulación mental es esencial para la generación de ideas innovadoras. Sin embargo, en la era digital, cada momento de silencio y vacío es rápidamente llenado con contenido, lo cual impide que la mente tenga la oportunidad de divagar. Shelburne instó a los presentes a desconectarse ocasionalmente y permitir que el aburrimiento impulse su creatividad. Al hacerlo, podremos aprovechar mejor nuestras capacidades y desarrollar ideas que de otro modo quedarían reprimidas por la constante estimulación digital.

AI como colaborador, no como reemplazo

En lugar de ver la inteligencia artificial como un sustituto del ser humano, Shelburne animó a los asistentes a verla como un colaborador. Citó la teoría del «zona de desarrollo próximo» de Lev Vygotsky, que sostiene que con la orientación adecuada podemos alcanzar más de lo que seríamos capaces por nosotros mismos. Para Shelburne, las herramientas de IA pueden servir como ese mentor, ayudándonos a expandir nuestras capacidades creativas y desarrollando ideas más complejas y significativas.

Shelburne destacó que la colaboración con la IA puede abrir nuevas posibilidades para la expresión creativa. Por ejemplo, un artista puede utilizar una herramienta de inteligencia artificial para generar nuevas formas o colores que no habría imaginado por sí mismo. En este sentido, la IA se convierte en un catalizador que potencia la creatividad, más que un reemplazo. Sin embargo, también advirtió sobre los riesgos de depender demasiado de estas herramientas y perder nuestra capacidad para desarrollar habilidades fundamentales por nuestra cuenta. Es fundamental mantener un equilibrio donde la IA sea una herramienta que expanda nuestras posibilidades, pero sin sustituir el esfuerzo y el desarrollo personal que requiere la práctica artística.

Poder y responsabilidad del arte en la era digital

Finalmente, Shelburne hizo una reflexión sobre el papel del arte y la creatividad en tiempos de cambio. Comparó la actual revolución de la IA con la llegada de la fotografía en el siglo XIX, cuando se cuestionaba si la fotografía realmente podía ser considerada arte. Para ella, la tecnología y el arte siempre han estado entrelazados, y la capacidad de un artista para adaptarse y usar nuevas herramientas es lo que define su relevancia y trascendencia.

Shelburne recordó cómo, cuando la fotografía se introdujo por primera vez, fue recibida con escepticismo por parte de los pintores, que no la consideraban un arte legítimo. Sin embargo, los fotógrafos eventualmente demostraron que podían utilizar esta nueva tecnología para crear algo hermoso y significativo. De manera similar, Shelburne enfatizó que la IA es simplemente una herramienta más que los artistas pueden utilizar para expresar su visión. Lo importante es cómo usamos estas herramientas para comunicar algo auténtico y profundo.

Terminó su charla con un mensaje de optimismo, instando a los presentes a ser los líderes que guíen el uso de estas nuevas herramientas tecnológicas hacia fines creativos y significativos, en lugar de dejarlas en manos de quienes solo buscan maximizar la eficiencia y el valor económico. «Dibujen sus propias cartas», dijo, enfatizando la importancia de que los artistas y creativos lideren el camino en lugar de seguir las reglas impuestas por otros. Para Shelburne, la verdadera amenaza no es que la inteligencia artificial reemplace a los artistas, sino que los artistas elijan no participar en el proceso, permitiendo que otros decidan cómo se utilizará la tecnología creativa.

Conclusión

La charla de Natalya Shelburne fue un recordatorio de que la creatividad humana, a pesar de los avances tecnológicos, sigue siendo única e irremplazable. En tiempos de cambios vertiginosos y algoritmos omnipresentes, es fundamental preservar nuestra capacidad de crear, cuestionar y explorar sin límites, haciendo de la tecnología un aliado en nuestro proceso creativo, no un obstáculo. La IA puede ser una poderosa herramienta de colaboración, pero nunca debe convertirse en un sustituto del pensamiento crítico, la curiosidad y la creatividad humana.

Shelburne nos invita a reflexionar sobre la dirección que queremos dar a la tecnología. ¿Queremos que la IA se convierta en un sustituto del pensamiento y la exploración, o queremos utilizarla para amplificar nuestras capacidades y llevar la creatividad a nuevas alturas? La respuesta está en nuestras manos. Para preservar nuestra humanidad en un mundo cada vez más automatizado, debemos mantenernos curiosos, seguir cuestionando y, sobre todo, continuar creando.