¿Puede la inteligencia artificial realmente solucionar el cambio climático?

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apocalipsis

En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha sido alabada como la solución a numerosos problemas globales. Recientemente, Sam Altman, CEO de OpenAI, se aventuró a decir que la IA nos llevará a una «Edad de la Inteligencia», capaz de resolver desafíos complejos como el cambio climático. Pero, ¿es esto realmente posible o simplemente una visión exagerada?

La promesa de la IA: ¿solución real o expectativas infladas?

En un ensayo publicado recientemente, Altman describió un futuro en el que la IA permitiría «triunfos asombrosos», como «arreglar el clima». Sin embargo, estas afirmaciones subestiman la complejidad del problema y no tienen en cuenta las limitaciones actuales de la tecnología. Aunque la IA está avanzando rápidamente, la realidad es que solucionar el cambio climático va más allá de simples avances tecnológicos.

El cambio climático no es un problema que se pueda resolver solo con ciencia de datos y algoritmos. Requiere una transformación masiva de infraestructura, políticas y comportamientos humanos. Pensar que la tecnología por sí sola será suficiente para detener el calentamiento global ignora la necesidad de medidas políticas y regulaciones estrictas que incentiven el cambio hacia un mundo más sostenible.

La paradoja energética de la IA

Lo más paradójico es que la IA en sí misma tiene un problema de consumo energético. Los grandes modelos de lenguaje y las redes neuronales requieren enormes cantidades de electricidad para su entrenamiento y operación. Se estima que el funcionamiento de los grandes centros de datos que sustentan la IA podría consumir la energía equivalente a la producción de varias plantas nucleares dedicadas exclusivamente a ellos.

Esto se traduce en un incremento en la demanda de energía en un momento en que se están haciendo esfuerzos por reducir el uso de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero. Si bien la IA puede contribuir a optimizar el uso de recursos y reducir la huella de carbono de ciertos procesos, su propio crecimiento podría estar generando un impacto significativo en el medio ambiente.

¿Qué puede realmente hacer la IA por el clima?

Eso no quiere decir que la IA no tenga un papel importante en la lucha contra el cambio climático. De hecho, ya se está utilizando para:

  • Gestionar redes eléctricas: Las compañías de energía están utilizando la IA para gestionar de manera más eficiente las redes eléctricas y equilibrar la demanda de energía renovable con las fuentes convencionales.
  • Predecir incendios forestales: Algunos desarrollos en IA permiten predecir la propagación de incendios forestales, lo que facilita su control y mitigación temprana.
  • Descubrir nuevos materiales: La IA se está utilizando para identificar materiales más eficientes para la fabricación de baterías y paneles solares, lo que podría acelerar la transición hacia energías limpias.

Sin embargo, todos estos avances, aunque importantes, son incrementales y no se acercan a la magnitud de lo que se necesitaría para revertir el calentamiento global. El verdadero desafío no es tecnológico, sino político y social. Para que las tecnologías limpias desplacen a las energías fósiles, se necesita un cambio de paradigma que va más allá de la innovación en software y algoritmos.

La necesidad de un enfoque integral

Como lo mencionó el científico climático Zeke Hausfather en respuesta a Altman, «no podemos seguir permitiendo que los combustibles fósiles usen la atmósfera como un vertedero». Mientras sigamos subsidiando el uso de combustibles fósiles y no permitamos que las energías limpias compitan en igualdad de condiciones, la transición energética se mantendrá estancada.

La realidad es que la mayoría de las tecnologías necesarias para descarbonizar el sector energético ya existen. Contamos con plantas nucleares, turbinas eólicas y paneles solares que pueden generar la energía necesaria para reemplazar las fuentes de carbono. El problema no es la falta de innovación tecnológica, sino la resistencia al cambio debido a factores económicos y políticos.

La IA no puede solucionar problemas humanos

Altman apuesta a que la IA nos dará las respuestas que necesitamos para problemas complejos, pero esto pasa por alto un aspecto fundamental: el cambio climático no es solo un problema técnico, sino un problema profundamente humano y social. Implementar soluciones energéticas más limpias implica cambiar infraestructuras, cerrar plantas contaminantes y modificar comportamientos profundamente arraigados.

Por ejemplo, construir parques eólicos o solares siempre enfrenta oposición de comunidades que no quieren ver alterados sus paisajes o tradiciones. Estos conflictos no se resuelven con mejores algoritmos, sino con políticas efectivas y decisiones difíciles que muchas veces perjudican a un sector en beneficio de otro.

En mi opinión, las declaraciones de Altman demuestran un optimismo ingenuo sobre el poder de la tecnología para resolver cualquier problema. La IA puede ser una herramienta poderosa, pero no una varita mágica. Necesitamos reconocer sus limitaciones y complementarla con acciones políticas y sociales que realmente impulsen el cambio.

El futuro de la lucha contra el cambio climático

Para que la IA tenga un verdadero impacto en la lucha contra el cambio climático, deberá ser utilizada como parte de un enfoque integral que incluya regulaciones más estrictas, incentivos para la adopción de energías limpias y, sobre todo, un cambio en la forma en que vemos el desarrollo económico.

La solución al cambio climático no vendrá únicamente de la mano de la tecnología. Será el resultado de políticas bien implementadas, cooperación global y una voluntad colectiva de cambio. Si bien es posible que la IA nos ayude a avanzar en la dirección correcta, no debemos esperar que sea la única solución a nuestros problemas.