Los sistemas de reconocimiento de imágenes son realmente impresionantes. Basta con usar Google Lens durante unos días para entender el potencial que tiene algo así: enfocamos con una cámara y nos dice lo que ve, la especie de la planta, el texto que encuentra… hasta lo traduce.
Pero para detectar cosas se puede usar tecnología variada, incluso la que no está relacionada con la identificación de imágenes. Es ahí donde entra la detección de campos electromagnéticos.
Hablamos de una tecnología que van a empezar a usarla en el metro de Nueva York. Se usarán escáneres producidos por Evolv, dispositivos que prometen aumentar la seguridad en espacios públicos detectando armas ocultas mediante el uso de campos electromagnéticos de frecuencia ultrabaja y sensores avanzados. La decisión del alcalde Eric Adams de implementar esta tecnología sigue a incidentes de violencia armada, subrayando la urgencia de abordar la seguridad pública.
Los escáneres son como los de aeropuertos, o las puertas de algunas tiendas. Tienen el aspecto de la imagen que veis arriba, y procesa la información con un sistema interno basado en IA.
Problemas con la precisión
El problema es que estos dispositivos aún no son muy precisos. A veces han dado falsas alarmas, detectando armas donde no las hay. Imaginaos la escena: entras en el metro y varios agentes de detienen con la sospecha de que llevas un arma dentro, cuando solamente llevas un portátil o un altavoz (o un paraguas, como ya se ha dado el caso). Las cosas se pueden poner feas.
Son tantas las dudas que se ha abierto una investigación por parte de la Comisión de Valores de Estados Unidos en la FTC para tratar el tema, especialmente después de que inversores alegaran que la eficacia de los productos fue tergiversada. En realidad será algo que veremos en la práctica, cuando los usuarios del metro se quejen (o no) del uso de esta tecnología.
Existe la preocupación de que Nueva York se convierta en un «campo de prueba» para estas tecnologías, pero también hay un potencial conflicto de interés sugerido por las donaciones de campaña de los inversores de la compañía, lo que deja claro que existe la necesidad de un escrutinio público y regulaciones claras.
Parece que todos vamos destinados a tener que pasar las mochilas en el metro de la misma forma que lo hacemos en los aviones. Es cuestión de tiempo.